miércoles, 3 de diciembre de 2008

Umbral: Reflexiones sobre el amor

El amor es una creación cultural. Sí, en cuanto que no existe, no está en la naturaleza. Las ideas, los conceptos, eso que llamamos abstracciones, son cosas que sólo existen en el pensamiento humano. En la naturaleza animal existe la ternura, el deseo, la compañía, la camaradería, pero el amor no. ¿Y qué es amor, entonces? El amor es todo eso que he enumerado, todo eso pasado por la cabeza del hombre. Es decir, el rechazo de todo eso, por excesivamente natural, para convertirlo en algo mental, espiritual, digno de la especie que piensa. El amor, en fin, sería el rechazo de todo lo que es amor en la naturaleza, de todo lo que no es amor.
El amor humano sería lo creado más allá del amor natural. Los animales hacen la guerra. El hombre, además, hace política. Los animales hacen el sexo. El hombre, además, hace el amor. Lo nuestro es un rechazo y un rebasamiento de lo natural. El amor, pues, no se define positivamente, sino negativamente: el amor no es sólo sexo, no es sólo amistad, no es sólo deseo, no es sólo especie, no es sólo placer, no es sólo soledad, no es sólo eyaculación. El amor, en fin, nos resistimos a que sea lo mismo que el chimpancé siente por la chimpancé.
Tiene que ser algo más. Y no es que sea algo más, sino que es un rechazo de lo que es. Cuando hemos rechazado que de una mujer sólo nos gustan los labios, sus pechos, sus caderas, sus piernas, el agua de su voz o la música de su silencio, cuando hemos rechazado que nuestra atracción pueda reducirse sólo a eso, es cuando creemos haber dado con el amor, aunque sólo hayamos dado con nuestra soberbia. Todas las bocas de mujer han gustado a todos los hombres por miles y miles de años. El amor es un rechazo de la repetición y una fundación de la diferencia en el reino de la igualdad. Sólo se ama a una mujer, a un hombre, de una forma.
Pero nuestro amor es lo único que tenemos, y lo más alto, y entonces nos negamos a ser incluidos en una estadística. Lo nuestro tiene que ser diferente. El amor sigue siendo rechazo. Rechazo de la natural atracción inocente sentida por/hacia una mujer y rechazo de la ingencia de los machos que desean mujeres sobre la tierra, al mismo tiempo que nosotros. Millones y millones. El amor se atormenta entre lo objetivo y lo subjetivo. Nada más objetivo que desear a esa muchacha hermosa. La desean todos los que la ven pasar por la calle. Nada más subjetivo que yo desee a esa muchacha. Y se hace insufrible el que la sigan deseando también los demás, porque ellos demagogizan mi pasión, la hacen no mía: están participando de mi sentimiento más íntimo. El amor es creación cultural y, sobre todo, es creación pasional, pero de pasiones inversas: “nadie puede quererte como te quiero yo”, que significa: “nadie puede descubrirte como te descubro yo”, que significa: “nadie puede descubrir lo que descubro yo”, que significa…Y así sucesivamente.
Creo que amor es precisamente eso. Hacer de un ademán objetivo y general de la especie un gesto particular y personal, o un código de gestos entre dos. El amor interpersonal es el rechazo de todo lo mucho (todo) que en el amor hay de multipersonal.
El amor no es el amor, sino el esfuerzo que hacemos por diferenciar nuestro amor del indiferenciado (e indiferente) amor que por todas partes extiende la naturaleza.
Quizás el amor no existe, pero existe el esfuerzo porque exista. Y a ese esfuerzo es a lo que llamamos amor.

Francisco Umbral

2 comentarios:

Ángel Fondo dijo...

Los purgatorios de Umbral y el amor. Con esta frase poco feliz, definiría yo esa búsqueda o rumbo incierto en la que parece adentrarse Paco Umbral con su pequeña reflexión sobre este sentimiento. No niego que el ejercicio, sin duda influenciado por la enorme solera que le fue quedando de todos esos autores en los que él bebía, es muy lúcido, y mi admiración por su prosa no disminuye lo más mínimo después de leerlo, pero eso de afirmar taxativamente, como sí dicha afirmación conllevara en sí misma una prueba irrefutable, tiene sus peligros.
No entraré a cuestionar ninguna de las frases del texto, me quedo, como sí de un tapiz se tratara, con el espíritu del conjunto, con lo razonable del intento por explicar lo que para mí es la más sencilla de las artimañas de la naturaleza, la trampa simple que se nos coloca y en la que siempre caemos. Y todo con el único y elemental fin de perpetuar la especie, y todo debido a lo insólito de esta inteligencia nuestra, tan capaz de colisionar con el instinto y desplazarlo a un lado del camino.
Y como esto de comentar es gratis te dejo el fragmento de un poema:
“Para el amor no hay estructura dada
pues son tiempo y espacio conceptos muy humanos
y el amor no es creencia sino química,
ciencia pura, disfrazada de sueños,
que forja su estrategia omnipotente
de la cuna al sepulcro, sin descanso”

Saludos.

Anónimo dijo...

Todo el mundo tiene miedo a la soledad, a perder el trabajo, a perder la pareja, miedo a la muerte, miedo a la vida, pq sabes que en un momento te despoja de todo.
´
El único valiente, es el que se adelanta a los acontecimientos y sabe que yá está todo perdido (y le da igual), si todo acaba en cero, ahora es cero, no te pueden quitar nada, ¿ a qué tener miedo?... Esto dice un querido amigo, y así lo siente, no he conocido a nadie mas fiel a si mismo.