miércoles, 1 de julio de 2009


Sobre agendas y carteras

Como supongo que les sucede a muchas personas me gustan las agendas, las de papel con tapas de cartón, las de toda la vida, las que luego no utilizamos pero que justifican , por ejemplo, el uso de una cartera (de piel, por favor…y sin asa de plástico, que la degrada y la horteriza).


Las carteras… “El cartero llevaba las cartas en la cartera”… esas que uno lleva en la mano con un ligero balanceo y que te prestigian ante ti mismo y quizás (en otros tiempos, al menos) también ante los demás: quien era portador de cartera era cuanto menos oficinista, cuanto más Ministro.

Un ministro “sin cartera” es menos ministro, me parece a mí, suena como a enchufado, a ministro recadero ; luego resulta que su voto tiene la misma validez que los que son “carterados” pero tengo la impresión de que tienen la obligación (a)moral de votar a favor de lo que diga el Presidente del Gobierno y que andan a la zaga de que algún compañero pierda la suya para apropiársela. Un ministro sin cartera debe ser maquiavélico o frustrado, digo yo.


No hay que confundir las carteras de las que hablo con esa otra cosa que se llevaba y aún se lleva colgando sobre el hombro y que recibieron el nombre de “mariconeras”, no sé muy bien por qué.
Reconozco que a pesar de no gustarme yo las utilicé en su tiempo y resultaban cómodas y prácticas: te permitían liberar las manos; pero a mí se me iban resbalando continuamente hasta el punto de que mi hijo pequeño, y entonces de verdad lo era, tenía una verdadera obsesión cuando lo llevaba en brazos, de cuidar de que no se escurriese, creo que pensaba que de la estabilidad del bolso/cartera dependía que él no siguiese su camino vertical y gravitatorio. ¡Ay!


Ante la tentación de caer en el recuerdo de aquellos trayectos con niño a cuestas y cartera en bandolera, sigo con lo que estaba…

¿Qué decir de esos cinturones con un ensanchamiento marsupial o cojonero que lucen los playeros y urbanitas para llevar las llaves, el dinero y otros objetos? ¿Y de las pistoleras portadoras de móvil? Como se suele decir: no tengo palabras para expresarlo, la emoción me embarga.

Pero a mí la cartera que más me gusta es la que lleva mi querida Ana Torrent en “El espíritu de la colmena”: tiene la medida justa para engrandecerla y no arrastrar por el suelo; forma parte de su personica y en ella lleva la batería que ilumina sus ojos abiertos al misterio de la vida, la real y la del más allá, que sólo unas pupilas como las suyas (y la de la cámara de Erice) podían haber captado.

¡Ah! Sobre las agendas escribiré otro día.