domingo, 31 de mayo de 2009

Retrato desfragmentado

En un post anterior invitaba a mi buen amigo Antonio Rey González a completar desde su conocimiento como psiquiatra y como estudioso mi modesto homenaje a Castilla del Pino.
En ese momento y para no forzar su colaboración hice el llamamiento convocándolo desde unas siglas (A.R.) que no lo apremiasen en exceso; ahora ya me veo libre de decir que lo que a continuación van a leer está escrito por un profesional comprometido con la reforma de la psiquiatría en España, desde una perspectiva humanista y liberadora de los yugos de la llamémosle tradición represiva y manicomial.
De sus numerosos escritos, colaboraciones en prestigiosas revistas e investigaciones no voy a decir nada porque sé de su carácter pudoroso. No obstante no tienen más que teclear su nombre en el buscador de internet y leer
.

"Hace unos días que leí una entrada de póstumo homenaje a Castilla del Pino y como estoy concernido (aunque solo sea por las iniciales), acepto encantado la invitación de mi amigo ‘Quercus’ (o Javier)

Vaya por delante que bien poco puedo añadir a todo lo que, por los distintos medios, se ha venido diciendo sobre el personaje y mi única aportación consistirá en lanzar una breve ráfaga en base a algunos recuerdos personales de mi relación con él, a la manera de una memoria desfragmentada.


Yo conocí a Castilla del Pino (o Castilla, o don Carlos, o Carlos) allá por los años 60. Durante los últimos cursos de carrera, cuando ya había decidido dedicarme a la psiquiatría, tuve la suerte de conocer a otro psiquiatra también gaditano, formado en las dos Alemanias, establecido profesionalmente en la capital y que trabajaba en el Manicomio Provincial, donde yo acudía semanalmente desde 5º curso para irme formando en la psiquiatría “pesada”; este pequeño gran hombre, además de enseñarme con paciencia los rudimentos de la exploración, el trato con los pacientes y tantas otras cosas, puso a mi disposición textos claves de lo que se hacía antes de nuestra guerra civil, cuando la psiquiatría española había alcanzado por méritos propios un nivel científico semejante al del resto de Europa; leí, bajo su guía experta, el extraordinario tratado de Mira y López, los trabajos de Rodríguez Lafora, o los de Llopis, autor de una memorable “Introducción dialéctica a la psicopatología”; los dos primeros en el exilio y el tercero, que se tuvo que ganar la vida de telegrafista, enfermo de tuberculosis y olvidado; todos ellos, por supuesto, totalmente despreciados por los que entonces eran los mandarines de la psiquiatría española (J.J. y tantas otras mediocridades).

También me aconsejó la lectura de “Un estudio sobre la depresión” (1966) que pasó inmediatamente a formar parte de mis libros de cabecera. En aquel libro descubrí, entre tantas cosas, que Castilla era el eslabón (o uno de los pocos eslabones) de la psiquiatría española con aquella otra psiquiatría de la República, con la que tuve la suerte de iniciarme. Por aquellos años la fama profesional de Castilla en Andalucía era enorme y, en mi último año de carrera publicó “Psicoanálisis y marxismo” (1969), una auténtica revelación, que causó, recuerdo bien, por lo menos en mi círculo, un revuelo enorme.


Con todo estos elementos y materiales, mal digeridos, en la cabeza, un día de septiembre, con mi flamante título de licenciado, me armé de valor y, sin pensarlo dos veces, tomé uno de aquello trenes “correos” y me planté en Córdoba dispuesto a decirle a Castilla que quería trabajar a su lado, formarme con él y pertenecer a su escogido círculo de discípulos. Lo pensé mil veces y ensayé lo que habría de decirle otras tantas. Estaba totalmente emocionado solo con ver los seminarios que se anunciaban en un tablón de su servicio; recuerdo uno sobre “tumores cerebrales” y otro, que entonces me dejo perplejo, sobre el famoso libro de Margaret Mead, “Adolescencia, sexo y cultura en Samoa” (¿que tendrá que ver Samoa y la antropología con la psiquiatría?, pensé entonces).

Por mediación de un amigo cordobés, compañero de mili, que también había decidido hacerse psiquiatra, y que tenía alguna “mano” con el maestro, me recibió ese mismo día. La entrevista fue corta y, como ingenuamente no esperaba, muy decepcionante para mí; en un tono que me pareció frío y distante, y, tras preguntarme donde había estudiado y que lecturas había hecho, vino a decirme que podía acudir allí si tanto lo deseaba, pero que no había, “por el momento”, ninguna posibilidad de que mi estancia en su dispensario, auténtica “cátedra alternativa”, fuera de ninguna manera remunerada. Esta simple respuesta desmoronó en unos minutos todas las fantasías que me había forjado; y así acabó la etapa de mi formación con Castilla del Pino.


Después de aquello he tenido contactos regulares con él; nos hemos visto en reuniones, congresos, charlas o tesis doctorales. Recuerdo especialmente una cena bastante informal, en una ciudad castellana, en la que compartimos restaurante y hotel y en la que pude escucharle a gusto durante horas relatar hechos pasados y referir anécdotas y comentarios sorprendentes de conocidos personajes. Igualmente le invité, años después y aquí en Valencia, a dar una charla dentro de un programa de formación para residentes. Fue, como siempre, impresionante la precisión con la que expresaba algunos complicados conceptos de la especialidad. Con una memoria impresionante nos cautivó a todos los presentes, y de la misma manera, durante la cena estuvo francamente genial.


En el año 2000 con motivo de la publicación de mi libro “La psiquiatría y sus nombres. Diccionario de epónimos en psiquiatría”, que era, y es, el mejor (ya que no hay otro publicado) diccionario de enfermedades mentales con nombre propio, le envié un ejemplar con una nota adjunta que comenzaba con un “Estimado y admirado D. Carlos” (siempre le hablé de Ud. y él nunca me pidió que no lo hiciera), donde le pedía que lo hojeara con cariño y que se lo enviaba porque quizás alguna de sus entradas pudiera serle de interés. La respuesta fue el silencio. Años después y, apelando a su proverbial buena memoria, le pregunté discretamente por el asunto; me miró como él miraba y me dijo, de manera tajante, que lo sentía mucho pero que él nunca había recibido ningún libro ni ninguna nota mía. Ante esto no pude añadir ni una palabra más; cambié de conversación y ahí quedó la cosa...


La última vez que le vi, estaba ya muy mayor pero con la misma vitalidad y energía de siempre. Fue en la conferencia de clausura de un Congreso Nacional en Bilbao, y se tituló: “Historia crítica de la psiquiatría en el siglo XX. Una mirada biográfica”.

¿Qué se puede decir en dos palabras de la obra de Castilla del Pino? Creo que quién mejor lo ha hecho ha sido uno de sus discípulos que recientemente escribió: …“Cuestionó el concepto de enfermedad mental como algo ajeno al entorno social e impulsó la aplicación del psicoanálisis, de la sociología, de la teoría de la comunicación, y la lingüística para analizar la conducta”… ¿Se puede pedir más?

Por mediación de una buena amiga de San Roque, me enteré de su muerte una hora después de producida, antes de que la noticia llegara a los teletipos (¿existen aún estos aparatos?) y se difundiera por la radio y la TV; me decía: "Hoy, aunque hace un día magnífico en San Roque, el pueblo se ha despertado triste. Mi profesor, Carlos, se ha ido", y añadía como había expresado su deseo de morir escuchando, una y otra vez, la "Nana" de Manuel de Falla, en la interpretación de Victoria de los Ángeles; la misma con la que mi pobre madre me durmió tantas veces, y con la que descansaron tantos otros niños andaluces... Tras la lectura de esta especie de telegrama urgente (siempre portadores de malas noticias), no pude dejar de pensar como, solo después de la vida, pudo hacer realidad una fantasía infantil que le persiguió siempre: tener una habitación enclavada en la tierra, con acceso difícil, apartada del mundo, con sus libros y sus cosas para escribir."

A.R.

P.D.: Algunas de sus obras, noticias sobre su muerte, entrevistas y video de su citada conferencia en Bilbao en: http://www.fundacioncastilladelpino.org

miércoles, 27 de mayo de 2009


Serrat y Cortázar:

Sobre “Las malas compañías”


Cuando escucho esta vieja canción de Serrat definidora de sus amigos no puedo dejar de pensar en “los cronopios” de Cortázar y pensar, además, que él pensaba en ellos cuando escribió la letra. Si alguien se toma la molestia de oír del propio Julio su definición sobre esos seres/duendecillos sensibles y gamberros al mismo tiempo, sabrá de lo que hablo.

Al margen de la comparación, esta canción me parece un elogio a la amistad con escasos parangones en la discografía propia y ajena.

El concepto y la praxis de la amistad en Serrat es una de sus virtudes reconocidas y reconocibles: el “nano” es un buen ejemplar de mestizaje catalano-aragonés (o mejor aragonés-catalán, que la madre es lo primero) que es capaz de generar una corriente empática o vinculación sentimental de forma tal que todos los que hemos puesto sus discos una y otra vez nos consideramos tan próximos a su poetización sin énfasis de la/nuestra cotidianeidad que casi lo consideramos de la familia.

En concreto, la mayoría de mis vivencias, felices o aristadas, están ligadas a sus poemas propios--o aprehendidos-- musicalizados por él. Mi hijo mayor, por poner un ejemplo, de haber nacido hembra se hubiera llamado Helena por que en aquel año (1973) aquella cosilla , hoy un hombretón, que iba creciendo en el vientre de su madre escuchaba esa canción, quiero pensar que con placer, dentro de su burbuja de agua templada. Después pasó lo que pasó: equivocaciones, fallos o imprevistos condujeron a un nacimiento forzado y peligroso que puso al recién nacido entre la vida y la muerte.Fue el momento de sustituir aquella alegre “Helena” por la afligida “ I si canto trist” del no menos “amigo” Lluís Llach…pero esa es otra historia.



El caso es que somos muchos los que pensamos que Serrat es un caso único y casi irrepetible de cantautor capaz de elevar lo cotidiano al rango de poesía popular sin vulgaridad y, al mismo tiempo, vulgarizar (divulgar) la poesía de altos vuelos (Machado, Hernández, Benedetti), haciéndola accesible a lo que llamamos gran público.

¿Cuánta gente ha conocido a estos poetas a través de la voz del “noi de Poble Sec”?. Munchisma gente, créame.

No es un caso aislado, ya sé, el mentado Llach ha hecho lo propio con poetas catalanes, y Paco Ibáñez, y Raimon, y Amancio Prada y Carlos Cano …y…y…; pero ninguno con la difusión y la repercusión de Joan Manuel, hasta el punto de llevar a la práctica aquello que dijera el otro Machado, Manuel: Hasta que el pueblo las canta, / las coplas, coplas no son,/ y cuando las canta el pueblo/ ya nadie sabe el autor.


Y claro, me pongo a escribir de Serrat y de la canción que he mencionado al principio y, de inmediato, me pide la voz y la música esta otra :“Per al meu amic”, amigo cuyo nombre no nombra.


Pero esto lo dejaré para otra ocasión uniéndola a un poema de Miguel Hernández, por aquello de que…

Serrat es mucho Serrat para un solo post.


miércoles, 20 de mayo de 2009



Yo sigo contando con usted


Perdone que me atreva
ante tanto elogio merecido
añadir este mío…

Tan pobre de escritura
tan falto de palabras
tan sencillo…

Es sólo para unirme
a miles de otras voces
que dicen con tristeza…

¡No ha lugar el olvido!

domingo, 17 de mayo de 2009


Otra ausencia

Se nos ha muerto Castilla del Pino y como es natural la noticia ha sido recogida por todos los diarios y por multitud de blogs que se deshacen en alabanzas. Algunos de los que escriben sobre él le conocieron personalmente y la gran mayoría, como yo, tuvimos limitado el acercamiento a su persona y sus conocimientos a través de algunos de sus escritos.


A mí, desde la adolescencia me interesó la psicología y ya de mayor estudié los dos primeros cursos de carrera en la Uned, no viene al caso mi abandono, pero sí diré que el alumnado allí reunido en las pocas clases presenciales que nos ofrecían en aquella época, éramos gente con muchas ganas de aprender y sobre todo (creo no equivocarme) con la secreta intención de conocernos y explicarnos a nosotros mismos ante nosotros mismos.


Saco esto a colación porque Castilla fue una de esas personas que me abrieron –lo intentaron al menos- ensanchar mi concepción de la naturaleza humana desde una perspectiva que unía lo personal con lo sociológico, lo psíquico con lo político. De él aprendí lo poco que sé de la dialéctica y del abordaje de los conflictos como fruto (determinante/determinado/influido), de la dinámica social y del papel de las clases y los roles que cada uno ocupa en esa sociedad que habría que cambiar para evitar o paliar las fuentes de frustraciones y de culpas, origen en muchos casos de lo que llaman enfermedades mentales.


Me fascinaba, además la utilización precisa del lenguaje, y su forma de definir los conceptos con palabras no siempre claras para mí pero en las que intuía una profundidad, un deseo de ahondar, que me estimulaban a aplicarlo en mi propio análisis y en el de la sociedad circundante.


Esta mañana cuando he recorrido visualmente mi pequeña biblioteca me he encontrado con sus libros Un estudio sobre la depresión, Dialéctica sobre la persona, dialéctica de la situación, Cuatro ensayos sobre la mujer, La incomunicación (estos amarillentos y con subrayados), Teoría de los sentimientos y El delirio, un error necesario (estos nuevos, de tapa dura). No están sus dos libros de memorias y faltan, como se puede comprobar, un montón de obras intermedias.


Ahora parece como si me hubiera pillado su muerte con los deberes sin terminar: los libros que no he leído y los que he dejado a medias. Ya me ocurrió con Manuel Vázquez Montalbán, con Francisco Umbral, con Eduardo Haro Tecglen, con tantos otros que consideraba inmortales, esa misma inmortalidad para la lectura que yo mismo me concedo y que en el momento de escribir esto se me aparece tan frágil que voy a acabar aquí y acariciar ese primer libro de Castilla del Pino que seguramente me hará estornudar por el polvo y sus ácaros, que esos sí, están vivos.


A mi amigo A.R que me estimuló a leer sus últimas obras, entre la admiración y el enfado por algunas de las confesiones íntimas en entrevistas recientes, dedico estas líneas y la invitación a que las amplíe desde el conocimiento directo que tuvo de su persona y del estudio atento y crítico de su obra.

viernes, 15 de mayo de 2009


Perros de paja (1971) Sam Peckinpah

Titulos alternativos:

-Del neocórtex al cerebro reptiliano.
-De las ciencias puras a los instintos básicos de supervivencia.

Tomo prestada de Film Affinity un fragmento de la crítica de Tono:

“Hay cierta gente (brutos, maleantes, violentos) que no comprenden más que su propio lenguaje. Cualquier intento de razonar con ellos es vano, motivo por el cual, si queremos protegernos a nosotros mismos y a nuestras violables hembras, debemos armarnos hasta las pestañas y entrenarnos para darles la del pulpo si se tercia.
Con este ideario, que haría segregar saliva a Charlton Heston y sus asociados del Rifle, construye Peckimpah un relato ultrarreaccionario, guiado por un espíritu voyeur de violencia y sexismo, en el que la barbarie analizada no merece crítica sino comprensión y justificación”.

Reconozco que esa es una forma de valorar la película y que su puntuación (un 2) está acorde con su visión. Supone además un acto de “valentía” colocarle esa nota a un film de culto. Nada que objetar.
Su punto de vista podría ser el mío desde una perspectiva estrictamente ideológica, pero… asumo que me sumergí en la película, y me metí tanto en la piel del personaje, que no puedo dejar de hacer una consideración personal: yo, que me tengo por un “cobardica”, sufrí viendo cómo desde casi el primer momento se veía venir que nuestro protagonista iba a tener que elegir entre la huida y el enfrentamiento no deseado, e incluso temido, forzado por la escalada de humillaciones y el comportamiento de jauría de los habitantes del poblacho donde se desarrolla la acción.

Sentí mucho miedo imaginándome en esa situación. Me identifiqué, en consecuencia, de forma plena con la forma de resolver el conflicto de manera tan expeditiva y brutal como lo hace Dustin Hoffman.
La inteligencia en la utilización de todos los recursos en defensa propia me hizo sentirme tan héroe/antihéroe como él.
Supongo que era el efecto buscado por el director para justificar la masacre y hasta el ensañamiento pero reconozco que me dejé arrastrar por la historia. No me enorgullezco de los sentimientos de solidaridad vengativa que sentí.



Le doy la razón a Tono en su calificación de sexista puesto que una gran parte de esos comportamientos de acoso y derribo hacia el pequeño hombre centrado en sus fórmulas matemáticas la desencadena el coqueteo descarado de su mujer, convertida por obra y gracia de un guión reaccionario en un ser despreciable, inculto y provocador.


No había necesidad de utilizar esa artimaña machista para demostrar, que es en lo que yo creo que debía haberse centrado la película: la fragilidad del barniz cultural y lo cerca que está el hombre de sus instintos básicos cuando el cascarón protector de la civilización se rompe o es roto por el contacto con un entorno primitivo y amenazante.

viernes, 8 de mayo de 2009

Críticos con criterio crítico

Antonio Gasset y Carlos Boyero son dos críticos de cine a quienes admiro, al margen de que coincidamos o no en sus valoraciones fílmicas, por que expresan sus opiniones de una forma libre y poco convencional. Son de los que "se mojan" y sus comentarios no resultan indiferentes, por eso provocan reacciones apasionadas de entusiasmo o de rechazo.


De Boyero hablaré otro día, para hoy he seleccionado algunas frases tomadas de sus célebres entradillas en el programa “Días de cine” que emitía TVE (en la 2) y que están extraídas de Wikiquote. En ellas se aprecia su sinceridad, su heterodoxia como presentador y su sentido del humor.


* "Llega el momento de la publicidad, disfrutad del cine si podéis. Si no, también tenéis la música, la literatura o incluso la historia, a no ser que queráis ser presidente del Gobierno."

* "Jeunet es el director de ese engendro, película para algunos -estaban equivocados-, ladrillo para otro -estábamos en lo cierto- que fue Amelie."


* "Ahora vamos con "El señor de los anillos", película basada en un famosísimo libro... que yo no me he leído. Sin embargo, les diré como anécdota, que algunos de mis amigos tienen, en una estantería totalmente vacía, junto con su foto de sus vacaciones en Calasparra, un ejemplar de El señor de los anillos."


* "...Lo mejor del festival de San Sebastián, mi acompañante, aunque por desgracia esté enamorada de otro."


* "...Soy consciente que a la hora de emisión de mi programa solo puede ser visto por un puñado de politoxicómanos insomnes."


* "Se estrena estos días la película “El último samurái”, protagonizada por el ex marido de Nicole Kidman, único dato destacable de este actor llamado Tom Cruise."

* "Para ir al cine con esta cartelera hay que tener cociente intelectual negativo."

* "Veamos el reportaje de “Mar adentro” que ha realizado mi compañero y amigo Alberto Bermejo, el único de todo el equipo al que le ha gustado la película."

* "Y ahora, si nos perdonan, vamos a hablar de cine español."

* "Es incuestionable que “Kill Bill” es una virtuosa obra de dirección. Lo que es cuestionable es si es algo más."


* "Sé que aguantarán a estas altas horas de la noche el momento de publicidad ya que al regreso tenemos un especial del salón del cine erótico de Barcelona..."


* "¿Qué sería de nosotros sin un país inteligente como es Francia?"


* "Buenas noches a todos, pero antes de despedirnos, un consejo: no os droguéis, porque la ingesta de estas sustancias puede producir efectos indeseados. Un amigo mío se tomó el otro día cierta pastilla y creyó ver a George Bush leyendo un libro."


* "Les deseo que pasen una buena semana, sea lo que sea lo que hayan decidido hacer, incluso si es de Nazareno auto flagelante."


* "Aprovechen la pausa para revisar su agenda de amigos, encontrarán que han malgastado su preciado tiempo y paciencia en conocer a un montón de ineptos, no se corten, cojan un boli y táchenlos."


* "Nos vamos con la esperanza de que ninguno se deje llevar por los fanatismos religiosos, políticos o sexuales: los primeros por no llevar a nada, los segundos porque el objeto de deseo suele ser un idiota de renombre y los últimos por las continuas frustraciones."


* "Llegó la hora de la pausa... espero que puedan contener durante unos minutos los impulsos sexuales de vuestras parejas... si no puede ser, no puede ser... en cualquier caso volveremos después de la publicidad con el sector más casto de la audiencia."


* "Vamos a una pausa publicitaria, que será tan corta como el sueldo del presentador."


* "Hasta el próximo programa. No sabemos ni qué día ni a qué hora nos pondrán, de modo que estén atentos."


* "Sed buenos, y si por lo que fuera no podéis, seguid siendo malos, la diferencia es mínima."


* "Cuando vuelvan de la publicidad me habré desnudado y me tiraré al mar (En Cannes)". Evidentemente a la vuelta de la publicidad dio su explicación: "Era un patético intento por mantener la audiencia..."


* "La verdad es que hay días que no sé dónde refugiarme políticamente."


Aunque la entrevista es larga (28 minutos) creo que vale la pena verla