viernes, 15 de mayo de 2009
Perros de paja (1971) Sam Peckinpah
Titulos alternativos:
-Del neocórtex al cerebro reptiliano.
-De las ciencias puras a los instintos básicos de supervivencia.
Tomo prestada de Film Affinity un fragmento de la crítica de Tono:
“Hay cierta gente (brutos, maleantes, violentos) que no comprenden más que su propio lenguaje. Cualquier intento de razonar con ellos es vano, motivo por el cual, si queremos protegernos a nosotros mismos y a nuestras violables hembras, debemos armarnos hasta las pestañas y entrenarnos para darles la del pulpo si se tercia.
Con este ideario, que haría segregar saliva a Charlton Heston y sus asociados del Rifle, construye Peckimpah un relato ultrarreaccionario, guiado por un espíritu voyeur de violencia y sexismo, en el que la barbarie analizada no merece crítica sino comprensión y justificación”.
Reconozco que esa es una forma de valorar la película y que su puntuación (un 2) está acorde con su visión. Supone además un acto de “valentía” colocarle esa nota a un film de culto. Nada que objetar.
Su punto de vista podría ser el mío desde una perspectiva estrictamente ideológica, pero… asumo que me sumergí en la película, y me metí tanto en la piel del personaje, que no puedo dejar de hacer una consideración personal: yo, que me tengo por un “cobardica”, sufrí viendo cómo desde casi el primer momento se veía venir que nuestro protagonista iba a tener que elegir entre la huida y el enfrentamiento no deseado, e incluso temido, forzado por la escalada de humillaciones y el comportamiento de jauría de los habitantes del poblacho donde se desarrolla la acción.
Sentí mucho miedo imaginándome en esa situación. Me identifiqué, en consecuencia, de forma plena con la forma de resolver el conflicto de manera tan expeditiva y brutal como lo hace Dustin Hoffman.
La inteligencia en la utilización de todos los recursos en defensa propia me hizo sentirme tan héroe/antihéroe como él.
Supongo que era el efecto buscado por el director para justificar la masacre y hasta el ensañamiento pero reconozco que me dejé arrastrar por la historia. No me enorgullezco de los sentimientos de solidaridad vengativa que sentí.
Le doy la razón a Tono en su calificación de sexista puesto que una gran parte de esos comportamientos de acoso y derribo hacia el pequeño hombre centrado en sus fórmulas matemáticas la desencadena el coqueteo descarado de su mujer, convertida por obra y gracia de un guión reaccionario en un ser despreciable, inculto y provocador.
No había necesidad de utilizar esa artimaña machista para demostrar, que es en lo que yo creo que debía haberse centrado la película: la fragilidad del barniz cultural y lo cerca que está el hombre de sus instintos básicos cuando el cascarón protector de la civilización se rompe o es roto por el contacto con un entorno primitivo y amenazante.
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