jueves, 26 de febrero de 2009



No es al paso del tiempo
a lo que le tengo miedo,
es al tiempo sin tiempo
(mi tiempo sin tu tiempo)
a lo que de verdad le temo.

Sueño plazuelas blancas
con rincones sin tiempo,
donde al sol de la tarde
(abrazados los labios)
olvidarnos del tiempo.


Javier

lunes, 23 de febrero de 2009



Quercus es el responsable del desaguisado. Me ha invitado a participar en el blog. He aceptado hacerlo aunque sea por una sola vez, pero también ha sido advertido de mis pocas aptitudes de escribidor. Lavo, pues mis manos.

Hablemos del hombre y sus rutinas. Entre ellas destaca la religiosa. La inmensa mayoría acepta la religión entendida como herencia o ni siquiera se lo plantea. Como cuando se hereda un nombre, o un jarrón chino, o un óleo de un antepasado.


O sea, a efectos estadísticos, cada cual figura adscrito a ese determinado credo recibido, sin arte ni parte. La gente puede ser: creyente, atea, agnóstica (o a lo mejor, sólo escéptica) o indiferente. Además está la religión de Santa Bárbara, o sea la de quienes sólo se acuerdan del tema cuando truena, a tenor del refrán archisabido. Consiste en esperar para decantarse sobre el asunto cuanto más tarde mejor, en el lecho mortuorio generalmente y ello por si las moscas... no vaya a ser que todo aquello que le dijeron de chico pudiera ser cierto. El colmo de la inconsecuencia, pero también la opción más frecuente, parece ser.

Esto da idea de hasta qué punto puede llegar la superficialidad de la mayoría de bípedos sin plumas a la que pertenecemos, (pero también puede haberlos con plumas pero eso es otro cantar que se puede dejar para otro día).

Prosigamos. "Religión" viene de "religare", volver a atar. Se presupone que el hombre, en su andadura, una vez estuvo ligado a ella (a la religión, claro) y se desató. Para eso se inventó el término y el concepto que nos ocupa. Es preciso dejar las cosas atadas y bien atadas porque si no, la gente se puede desmandar y ¡eso, no: orden y concierto!

Me pregunto que para qué necesitamos una religión si no nos puede dar razón incontrovertible a nuestras demandas del espíritu. Porque no la necesitamos para tener una moral incluso estricta. Bastaría para ello con la hombría de bien, la filosofía o la sensatez. Además, si somos morales por mandato desde arriba, o por temor del consiguiente garrotazo si transgredimos, poco mérito se le ve a la cosa.

Quizá mejor fuera practicarla por su valor intrínseco, sin temor si esperanza de nada, salvo la auto conformidad, que no es poco premio. Así pues, ¿qué valor puede tener la práctica de algo impuesto por coacción, frente a otra alternativa que sería la libre aceptación por convicción? Tampoco parecer ser necesaria la religión para obtener el equilibrio interior. Muchos abrazan la idea religiosa porque no han sabido dominar eso que se puede llamar "sed de vida": se puede domesticar este impulso y yo daría fe de ello. Personalmente me va bien en este sentido.


Cuando se entiende bien el mecanismo de la existencia, se acepta fácilmente la idea de perecederidad de todo, incluida la vida individual, tema que preocupa a muchos. La absoluta imposibilidad de morir es algo aterrador si se considera fríamente, sin influencias religiosas. La muerte es posiblemente el seguro más efectivo contra el infortunio.

Y finalmente, si pretendemos probar que hay un Dios creador para explicar la existencia de lo existente, inmediatamente nos surgirá la pregunta de las preguntas: ¿Y quién creó a Dios? Y la respuesta que nos dan las religiones no puede ser satisfactoria en modo alguno.


Se impone humildad y reconocimiento de nuestras limitaciones cognitivas. No podemos entender nada en este terreno. Se puede suponer que la realidad existe aunque tengamos vetado el camino de acceso a ella. Consejo práctico: tolerémonos y amémonos un poco si acaso podemos y aceptémonos como connavegantes en este buque sin timón y acaso sin capitán.

Pero ¿qué digo? Me estoy expresando como un predicador, ¡yo, que gracias a Dios, no creo en Dios!


Un abrazo para todas y todos.- Apolonius.-

domingo, 22 de febrero de 2009




Què volen aquesta gent?
Letra: Luís Serrahima/Música:Maria del Mar Bonet



Hay canciones como ésta que tienen detrás una historia real y trágica, con nombres y apellidos, que en su día sólo conocían los más informados y que las circunstancias imperantes del momento (casi eterno) histórico hicieron que tuvieran que ser silenciadas y casi condenadas al olvido.










De matinada han trucat, són al replà de l'escala;

la mare quan surt a obrir porta la bata posada.
«Què volen aquesta gent que truquen de matinada?»
«El seu fill, que no és aquí?»
«N'és adormit a la cambra. Què li volen al meu fill?»
El fill mig es desvetllava.
«Què volen aquesta gent que truquen de matinada?»
La mare ben poc en sap, de totes les esperances del seu fill estudiant, que ben compromès n'estava.
«Què volen aquesta gent que truquen de matinada?»
Dies fa que parla poc i cada nit s'agitava. Li venia un tremolor tement un truc a trenc d'alba.
«Què volen aquesta gent que truquen de matinada?»
Encara no ben despert ja sent viva la trucada, i es llança pel finestral, a l'asfalt d'una volada.
«Què volen aquesta gent que truquen de matinada?»
Els que truquen resten muts, menys un d'ells, potser el que mana, que s'inclina pel finestral. Darrere xiscla la mare.
«Què volen aquesta gent que truquen de matinada?»
De matinada han trucat, la llei una hora assenyala.
Ara l'estudiant és mort, és mort d'un truc a trenc d'alba.
«Què volen aquesta gent que truquen de matinada?»


Tomo de la edición digital de “la Opinión de Tenerife”del domingo18 de Enero de 2009 el siguiente artículo

Enrique Ruano: una lección histórica contra la amnesia y la impunidad

El martes 20 de enero se cumplen 40 años del asesinato por la policía franquista del estudiante Enrique Ruano, y ese día amigos, familiares y compañeros lo recordarán con un acto en su memoria, que supone "una lección histórica contra la amnesia y la impunidad moral y política".


EFE. Así lo explicaron a Efe algunos de los organizadores de este homenaje, para el que se espera una nutrida concurrencia en el paraninfo de la Universidad Complutense de la calle San Bernardo 49, el martes a las siete de la tarde.


Tras las intervenciones, María del Mar Bonet cantará aquella "Què volem aquesta gent…" con la que en su día ofreció su tributo a Ruano en Cataluña, y una exposición ofrecerá documentos gráficos y sonoros de la época.


La convocatoria destaca el "coraje moral" y la "determinación política" del universitario inquieto que fue Enrique Ruano y de otras víctimas estudiantiles que, como él, se quedaron en el camino luchando por los actuales derechos y libertades en la adversa dictadura, y la deuda histórica que tienen con ellos las generaciones nacidas en democracia.

"El de Enrique Ruano fue un caso paradigmático de impunidad judicial y política, además de un olvido por parte de la propia sociedad", declaró a EFE Manuel Garí, que firma la convocatoria junto con Lola González Ruiz, Jose María Mohedano, Margot Ruano y Jose Luis Zárraga.

Todas ellas personas cercanas entonces al joven de 21 años, estudiante de Derecho de la Universidad Complutense, que murió el 20 de enero de 1969, precipitado desde un séptimo piso tres días después de su detención policial por arrojar propaganda en la calle durante unas jornadas de protesta contra el régimen de Franco.

El movimiento democrático consideró su muerte un asesinato, hubo movilizaciones de protesta, Fraga decretó el estado de excepción y a falta de una investigación correcta y rigurosa de los hechos y de no prosperar la petición de varios abogados, la familia no logró reabrir el sumario hasta 1994, 27 años después.

Tres policías fueron encausados y se presentaron nuevas pruebas, como la ausencia de un trozo de clavícula -serrado para borrar las huellas de un disparo-, pero se los absolvió por discrepancias en la valoración de la prueba médica pericial, con el voto particular en contra de uno de los miembros del Tribunal.

"Si pasados 40 años al menos se puede hablar, los jóvenes podrán conocer esta trágica historia y tomar conciencia de que nadie nos regaló la libertad", subrayó a Efe Margot Ruano.

La hermana de la víctima recordó que su madre, Margarita Casanova, murió hace cinco años sin ver desaparecer la palabra "suicidio" de la carátula del sumario, cuando se sabe que aquello fue una ignominia, una "macabra villanía", como lo calificó Carlos Castilla del Pino, psiquiatra que orientaba a Enrique en sus inquietudes juveniles.

Margot participa en el homenaje junto con Gregorio Peces Barba, José Manuel Gómez Benítez, Jaime Pastor, además de Garí, Mohedano y Zárraga, sociólogo que instruyó a Ruano en las teorías políticas del Frente de Liberación Popular (FLP).

Al FLP, conocido como 'los felipes', pertenecieron personas relevantes de la sociedad actual como los políticos Joaquín Leguina y Pascual Maragall, el periodista Javier Pradera, el sociólogo Joaquín Arango, el investigador del CSIC Paco Alburquerque o el psicoanalista Francisco Pereña, entre muchos otros.

Garí, que en aquel momento era el responsable del comité estudiantil y dirigente del Sindicato Democrático, destaca que el caso de Ruano no es ya un problema jurídico, sino de "conocer lo que sucedió" frente a la versión oficial, y "aún estamos a tiempo de impedir que esta mentira quede impune".

En su opinión, el mundo académico y de la investigación "debe hacer un mayor esfuerzo hacia la verdad histórica", y ha recordado que la democracia no llegó por decisiones de Adolfo Suárez o de Rodolfo Martín Villa, sino por "una presión social gestada en la calle, desde la oposición, las empresas y las universidades".


Aunque como queda dicho la grabación original es la de María del Mar Bonet que es la que he elegido para ser vista en su reciente versión con el acompañamiento de lujo de Quilapayún, sugiero escuchar la interpretación que está en el reproductor de audio donde Joan Manuel Serrat emplea un tono y un fondo musical más dramáticos y, en consecuencia, más acordes con los hechos.

A pesar de ello se puede apreciar, comparando la letra con la más que probable realidad, la dulcificación narrativa de lo sucedido.


jueves, 19 de febrero de 2009


Añoranza

Cuando tú no estás acumulo las horas

como acumulan el polvo los senderos.
Cuando tú no estás paseo por la casa
como deambulan los espectros.
Cuando tú no estás se funden mis silencios
en un único y mineral silencio.
Cuando tú no estás te busco entre las líneas
de escritos y recuerdos.
Cuando tú no estás me siento tan cansado
Tan solo
Tan vacío
Tan infantilmente viejo.

Javier, allá por los años 80

Añoranza

Cuando tú no estás acumulo las horas

como acumulan el polvo los senderos.

Cuando tú no estás paseo por la casa

como deambulan los espectros.

Cuando tú no estás se pierden mis silencios

en un único y mineral silencio.

Cuando tú no estás te busco entre las líneas

de escritos y recuerdos.

Cuando tú no estás me siento tan cansado

Tan solo

Tan vacío

Tan infantilmente viejo.

Javier, allá por los años 80

miércoles, 18 de febrero de 2009


La extraña que hay en ti.

Esta película dirigida por Neil Jordan en 2007, aunque toca un tema controvertido, como lo hacía “Acusados” y cuenta con la misma sabiduría interpretativa de Jodie Foster, creo que ya está lastrada por los acontecimientos espectaculares, oscuros y con un alto precio en vidas (no precisamente de magnates) del ataque a las Torres Gemelas.


Aquí, aunque de forma muy matizada se saca a la palestra el derecho a la violencia extrema y hasta a la venganza cuando, habiendo sido víctimas de una grave agresión, la policía y la justicia actúan con lentitud o ineficacia.

O sea, ¿es lícito que una persona aplique la Ley del Talión, aquella del “ojo por ojo, diente por diente”?…o incluso que la supere extralimitándose en la aplicación de esa Ley, que aunque parezca dura trataba de evitar los excesos vengativos, estableciendo una equivalencia entre el delito y el castigo.


Este es el tema central de la película: el derecho a la defensa propia llevado al extremo, a la tenencia de armas y al uso de éstas de forma desproporcionada, a la venganza bendecida/ocultada por la misma policía…

Pero para hacernos digerible el mensaje, en todos los momentos en que la protagonista mata fríamente, encontramos una explicación plausible y hasta nos sentimos justicieramente solidarios, con ganas de ayudarle a limpiar la ciudad de tanta escoria.


Nosotros, como nuestra heroína, llegaremos a querer tener una pistola ante los tiempos que corren y defendernos de tanto enemigo potencial como nos rodea.
Y desearemos tener un amigo policía legal pero comprensivo que nos disculpe y nos ampare de unas leyes y unos jueces excesivamente laxos y permisivos.

Todos hemos oído la frase “Los delincuentes y los asesinos entran por una puerta de la comisaría y salen por la otra”.

¿Para cuando en España una ley del rifle y un Charlton Heston en vez de un juez Garzón?
Tiempo al tiempo… el espíritu USA nos irá haciendo madurar la idea a los súbditos de las colonias.

A todo esto : la extraña que hay en ti es la poseedora del cerebro reptiliano sin ataduras racionales ni culturales.

martes, 17 de febrero de 2009

 
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Acusados
Jonathan Kaplan (1988)

He visto en estos últimos días dos películas protagonizadas por Jodie Foster, la actriz “con la mirada más inteligente de Hollywood” como la calificó un famoso crítico cinemátográfico.
Es sólo un dato, pero la adolescente de “Taxi driver” estudió, entre film y film, literatura inglesa en Harvard y se graduó con un magna cum laude.

Su cuerpo menudo y aparentemente frágil queda compensado por un rostro de facciones afiladas y una mirada de gran expresividad, tanto en los registros emocionales de dulzura, como (y aún de forma más patente) cuando demuestran determinación, valentía, miedo, y hasta odio. Todo ello sin caer en la sobreactuación, tan común en sus colegas.

Hasta aquí mi admiración expresa hacia Jodie Foster como perteneciente al grupo prototípico de actrices capaces de bucear en los personajes que interpretan.
Aunque el Óscar no sea para mí un marchamo dotado de alta credibilidad, el hecho de conseguir dos antes de cumplir los treinta años puede dar una idea del reconocimiento a su buen hacer.

También admiro su valentía al declarar su homosexualidad en un país tan conservador como el suyo y el tener dos hijos de los que ningún fisgón conoce la paternidad.

Las películas a las que me refiero son: “Acusados” y “La extraña que hay en ti”. A ninguna de las dos la califico de excelente, pero seguramente no pasarían del regular si no fuera por su presencia.
Comento hoy la primera y dejo para otra ocasión las reflexiones sobre la segunda.

“Acusados” centra su trama en el tema sangrante de la violación (múltiple en este caso) y en la poca consideración que merece el hecho para la justicia. (En España, con datos de 2006, el número de violaciones confirmadas fue de 5664).

En el caso de la película, la víctima “no lo es del todo” o “se lo tiene merecido” porque su comportamiento precedente es considerado como provocativo, debido a su vestimenta, sus movimientos y su estado de embriaguez; el coqueteo tiene que desencadenar i-ne-xo-ra-ble-men-te la reacción testosterónica imparable de los machos circundantes, investidos de virilidad y violencia. Estas reacciones son naturales, perdonables y hasta jaleables por el público masculino del pub, que asiste regocijado al espectáculo.

El análisis superficial de los hechos, algún testimonio parcial, y el que, por ejemplo, la muchacha fume hierba, son suficientes para que su abogada se limite a negociar con la parte contraria unas mínimas penas de cárcel sin necesidad de juicio ni testimonios directos, dadas las incitadoras características circunstanciales.

Sólo cuando la magistrada conoce un poco mejor a la víctima, valora el traumatismo psíquico y el alcance de la violación que la ha etiquetado como presa fácil , casi como si de una puta se tratase, a los ojos de los descerebrados mirones que presenciaron la agresión sin intervenir, reacciona y su actitud personal y profesional dan un giro importante…

Sin arrogarme el papel de feminista (pocos hombres lo son), acuso a los machos de mi especie de que en ocasiones similares, medie o no provocación, sean incapaces de controlar la llamada de la selva cuando, por muy movilizadas que tengan las hormonas, la hembra dice simplemente:
NO.

sábado, 14 de febrero de 2009






“Yolanda” de Pablo Milanés


Esto no puede ser no más que una canción
quisiera fuera una declaración de amor
romántica sin reparar en formas tales
que ponga freno a lo que siento ahora a raudales
te amo
te amo
eternamente te amo

si me faltaras no voy a morirme
si he de morir quiero que sea contigo
mi soledad se siente acompañada
por eso a veces sé que necesito
tu mano
tu mano
eternamente tu mano

cuando te vi sabía que era cierto
este temor de hallarme descubierto
tu me desnudas con siete razones
me abres el pecho siempre que me colmas
de amores
de amores
eternamente de amores

si alguna vez me siento derrotado
renuncio a ver el sol cada mañana
rezando el credo que me has enseñado
miro tu cara y digo en la ventana
Yolanda
Yolanda
eternamente yolanda
Yolanda
eternamente Yolanda
eternamente Yolanda

Pablo Milanés

Resumen: Esta es una canción de amor recatada y con visión de futuro pero con una cierta confusión mental.

Veamos:

1ªestrofa.-La intención primera del autor es la de escribir una declaración de amor (romántica por supuesto) sin trabas formales que puedan deslucir el torrente de sensaciones que siente…pero se encuentra con la imposibilidad de hacerlo, le sale sólo una canción; ello no es obstáculo para que con la visión de futuro ya mencionada, ese amor repetidamente declarado tenga vocación de eternidad, cuestión absolutamente discutible cuando de amores(¡traidora bioquímica!) hablamos.

2ª estrofa: Sin embargo, la muerte siempre acechante puede frustrar los proyectos; se presentan dos opciones: si es ella la que faltase (no sabemos si en sentido real o figurado) él no piensa morirse, ahora bien si es él el que ha de pasar a mejor vida deja constancia de que la muerte se produzca de forma simultánea (no se aclara aquí la forma de lograr la sincronía o si simplemente quiere morir acunado en sus brazos).

Pero descartemos la muerte y vayamos a una forma menor de ésta: la soledad. Bueno, pues a pesar de todo el amor que siente por ella, ésta, ella, no es capaz de eliminarla totalmente, a todo lo más que llega es a mitigarla ofreciéndole su mano y aquí es donde yo veo lo del recato que figura en la sinopsis porque es bastante probable que en caso de compartir una mayor extensión anatómica la soledad desapareciera, al menos momentáneamente.

3º estrofa: Nos relata sucintamente la forma en que se produjo el flechazo: ella lo sacó de la clandestinidad íntima en la que se emboscaba al exponerle siete razones (¿un número cabalístico?) que lo dejaron como quien dice en pelotas; no conforme con ello le abrió el pecho en canal y se lo rellenó de amores per omnia saecula saeculorum .

4ª estrofa: Aquí, por fin, se nos desvela el nombre de la amada inmortalizable, y lo hace repetidamente como queriendo hacernos olvidar la angustia de la espera.

Ahora bien, si la gracia de la moza queda clara no lo es así su comportamiento poco revolucionario (no olvidemos que la canción se inscribe en el movimiento de la “nova trova cubana”) al evangelizarlo dotándolo de un credo para los momentos depresivos… La duda final es cómo mira la cara de ella a la vez que le dice 6 veces, seis, su nombre en la ventana.

Pablo, amigo, dile que la amarás eternamente en la cara y, si cuela, cuela ; sobre todo sé un poco más atrevido en tus demostraciones afectivo-sexuales, mira que luego (tú mismo lo reconoces en otra de tus canciones): “el tiempo pasa, nos vamos haciendo viejos y el amor no lo reflejo como ayer”.

Pero sin entrar en retorcimientos interpretativos la canción es bonita ¿no?

Escuchadla, no está Yolanda pero sí Silvio Rodríguez, su cuate del alma.


miércoles, 11 de febrero de 2009



El espíritu de la colmena


Sé de antemano que es una exageración decir que ésta es una película de amor entre la cámara/fotografía de Luis Cuadrado y los ojos/mirada de Ana Torrent.


Qué le voy a hacer, cada vez que la veo me quedo colgado, con una sonrisa estúpida, prendado de esa niña que lo dice todo sin hablar y cuando habla/susurra, o simplemente camina (hábilmente) entre los surcos con su babero y su cartera, las ganas de adoptarla (la primera vez que la vi como hija, ahora ya como nieta) se me convierte en una perspectiva ilusionante.


En los escasos minutos de “extras” que contiene mi dvd una Ana adulta nos comenta las virtudes del Erice director; de que a las niñas las enviaba a jugar cuando no tenían que actuar para no involucrarlas demasiado en el artificio que es el cine…pero esa Ana ya no era la Ana de la película, sus ojos habían perdido el candor, el brillo y la inocencia, aunque no la inteligencia.


Estoy circunloquiando pero es porque me parece demasiado atrevido decir que es la mejor película española en lo que se refiere a sugerir sin decir, a retratar sin apenas palabras y sin apenas guión, el ambiente triste, gris, desamparado, estático y muerto de los primeros cuarenta, con los cadáveres aún calientes de la inmediata guerra y los muchos que todavía aparecerían (o no) en las tapias, en las cunetas o en las cárceles.


Pero aquí, en la película nada es explícito, es un pueblo fantasma de la Castilla profunda.

El caserón donde vive la familia es una colmena sin reina, la actividad frenética de las abejas en las colmenas reales del padre-apicultor contrasta con la lentitud y la parsimonia de los pocos habitantes de las cuatro calles del villorrio. Sólo el viento parece estar en movimiento barriendo los páramos desolados y sin cultivar.

Un matrimonio de dos individualidades que se ignoran, que apenas hablan con sus hijas, inmersos en un yo interior poblado de recuerdos, añoranzas, esperanzas de recuperar un amor perdido y quizás fugaz (ella) y una soledad insomne que escribe repetitivamente sobre esas abejas a las que ahuyenta con humo para expropiarles el producto de su trabajo, zángano de la colmena/casa (él).


Y en este marco de desolación, sin embargo, la vida está presente, renace en la escuela donde los niños van reconstruyendo a un hombre de cartón, le van reincorporando los órganos vitales para que finalmente Ana (no podía ser de otra manera) le ponga los ojos, le devuelva la vista, lo saque de las tinieblas. Todo un mundo de metáforas.


Y renace también a través del cine (el cine dentro del cine), que viene de afuera y que aporta la fantasía, el escape de la realidad; pero lo hace a través de un personaje monstruoso (Franskenstein) inconsciente de su propia maldad, inocentemente asesino y vengativamente asesinado. Más metáforas.

Ana asiste al espectáculo de la vida y la muerte sin encontrar explicaciones, no sabe porqué el monstruo ha matado a la niña , no sabe porqué han matado después al monstruo. Su hermana es la encargada de aclararle que existe la mentira, la ficción (y el cine es ficción y nadie muere) pero, en cambio, sí existen los espíritus a los que se les puede invocar y materializar cuando la soledad ahoga.

La hermana, con sólo unos pocos años más parece ya diferenciar la realidad y la forma de integrarse en ese mundo hostil, de encontrar trucos para sobrevivir. Pero Ana no, ella sigue sin entender la muerte, el misterio, y lo busca, superando sus miedos…y cree encontrarlo en el hombre huido, herido y acorralado al que alimenta y protege con su silencio.


Unas ráfagas nocturnas de ametralladora acaban con la vida de ese otro "monstruo"y, con él, su sueño hecho realidad. Aún más desconcertada por otra muerte que tampoco entiende, huye...


Cuando la encuentran y ya en su casa, Ana, descreída, sola e insomne como su padre, invoca desde el balcón de su habitación en plena noche y con un hilillo de voz a esa otra dimensión, la de los espíritus que la rescaten de la incomprensión y la realidad.


Dice… soy Ana, soy Ana…y espera una presencia iluminadora


sábado, 7 de febrero de 2009






Darwin: In memóriam


Mi amigo Vicent me envía este artículo conmemorativo del bicentenario del nacimiento de este gran naturalista.







EL VIAJE, LA MELANCOLÍA DEBILITANTE Y LAS EFEMÉRIDES.


El naturalista oficial de la travesía era el cirujano del barco, el doctor Robert McKormick. Las discrepancias con el estatus de un pasajero supernumerario incorporado a la expedición pocos días antes de zarpar hicieron que renunciara a su cargo y al viaje que iba a cambiar el mundo.


Robert Fitzroy era un militar aristocrático, inteligente y ambicioso que nunca confió demasiado en la fortaleza de sus emociones. Padecía agudas crisis depresivas que denominaba “melancolía debilitante”, y que achacaba a influencias biológicas hereditarias: su tío Lord Castlereagh, Secretario de Exteriores de Gran Bretaña, se había suicidado unos años antes. Por otro lado, el capitán Pringle Stokes, su antecesor al mando de la embarcación también había optado por ese trágico final.


La angustia vital o la melancolía debilitante no le impidieron ser un meticuloso observador de los fenómenos relacionados con la Climatología. En la actualidad, la comunidad científica reconoce sin excepción su enorme influencia en el desarrollo de la Meteorología.


Pero si Robert Fitzroy es uno de los protagonistas iniciales de este comentario no es por sus trastornos depresivos o la meteorología, sino porque era el capitán al mando del bergantín de tipo cherokee HMS Beagle en el que Charles Darwin circunnavegó el mundo entre los años 1831 y 1836.

La misión original del Beagle era medir las corrientes oceánicas y cartografiar algunas costas del Hemisferio Sur. El cálculo previsto para la travesía era de no menos de dos años.


Las costumbres navales de la Marina Real Británica de la época desaconsejaban a los capitanes aristócratas el contacto social con la tripulación y con los otros oficiales del barco.


Melancolía, soledad y falta de conversación pueden devenir compañeros de viaje inquietantes. Para cumplir la misión con más garantías el capitán Fitzroy contrató- a cargo de su peculio- a un pasajero supernumerario y de posición social adecuada.
Ese puesto, más de acompañante terapéutico que de recolector de fósiles o de cartógrafo, recayó en un estudiante de Teología que había concluido su formación académica pocos meses antes en la Universidad de Cambridge: el joven Charles Darwin.

Fitzroy iba a contribuir sin saberlo y muy a su pesar -defendió el “creacionismo” hasta el final de sus días- a socavar las bases de las concepciones míticas y religiosas sobre la denominada “cuestión del origen”.
Charles Darwin nació el 12 de febrero de 1809 y publicó “El origen de las especies” en el año 1859.

Los peores temores del angustiado capitán se confirmaron: sin que se conozcan los motivos se suicidó en el año 1865.
Su caso bien puede resumir los intrincados vericuetos que acechan el dramático ensimismamiento de la condición humana. Si el Dr. Mckormick hubiera reprimido mejor su celo profesional, si Lord Castlereagh y el capitán Pringle Stokes no se hubieran suicidado o si Robert Fitzroy no hubiera sido maniaco depresivo, tal vez las efemérides de la historia contemporánea fueran otras. Lo que no es el caso.

La ONU ha decidido que el 2009 sea declarado el año Darwin. Por el momento, ni la conmemoración del bicentenario de su nacimiento, ni los 150 años transcurridos desde la publicación de su obra canónica tienen la repercusión merecida en la ciudad en que vivo. No creo que sea casual.

Sirva este comentario como sincero homenaje a la memoria del autor de la teoría de la evolución
.

PD
Lo mejor de este comentario lo pueden ampliar con la lectura del libro de Stephen Jay Gould “Brontosaurus y la nalga del ministro”. No rastreen demasiado el origen de lo peor. Gracias.

Vicent

Cuestión de gustos

Mi amigo Vicent me dice en uno de sus últimos comentarios que eludo hablar de Mónica Bellucci: la razón única y última es que mi novia, aquí presente, es muy celosa y yo soy un tipo fiel. Además no cambio la belleza con encanto y dulzura por la ubérrima y un tanto burda procacidad sexual de su admirada.

(Perdona que te utilice vilmente como excusa, es que no sabía cómo poner esta foto tan bonita de Marilyn)
















jueves, 5 de febrero de 2009


Aportación de un ilustre galeno

En una entrada o post anterior consideré que este blog tenía vocación colectiva, familiar, amistosa y abierta.
El tiempo me va dando la razón y hoy me enorgullece dar la bienvenida a un nuevo contertulio que me solicita la inclusión de unas recomendaciones higiénicas que considera útiles para la salud física y mental de los que por aquí escribimos.
No quiero entrar en el análisis de las razones que le han llevado a ofrecernos sus consejos pero me temo que en lo que a mí respecta las considera urgentes y de obligado cumplimiento.

Vida honesta y arreglada:
Usar de pocos remedios
Y poner todos los medios
De no apurarse por nada;
La comida moderada;
Ejercicio y diversión;
No tener nunca aprensión;
Salir al campo algún rato;
Poco encierro; mucho trato;
Y continua ocupación

miércoles, 4 de febrero de 2009


La Barraca.
Neorrealismo en Benicalap



Hoy he vuelto a ver la película “El techo” (Vittorio de Sica, 1956), probablemente una de las menos conocidas obras de su autor y del neorrealismo italiano, ensombrecida quizás por las más famosas: “Ladrón de bicicletas”, “El limpiabotas”, “Milagro en Milán”, Umberto D” y otras del gran director.


Dejaré para sucesivos comentarios las opiniones sobre esas películas y sobre el movimiento más que cinematográfico que representó el neorrealismo.

Si he elegido revisitar “El techo” es porque en Benicalap, enfrente de la finca donde vivíamos y rodeada de un gran descampado, huerta hasta el ayer de entonces, había una curiosa vivienda que tenía como construcción central una barraca (la tradicional “barraca valenciana”, con su planta rectangular y techumbre de paja a dos aguas de pendiente muy pronunciada)
Hasta aquí nada extraño, lo que le daba su peculiaridad es que la barraca fue abandonada en su día, supongo que al mismo tiempo que los cultivos que la rodeaban y fue ocupada por una familia foránea y numerosa que fue rehabilitándola primero y ampliándola después, conforme las hijas e hijos del núcleo primigenio iban casándose y procreando con velocidad de roedores.

De esta forma, como en la película de referencia, de la noche a la mañana aparecía una habitación adosada, luego otra y otra, hasta formar un conjunto asimétrico y caótico por la variedad de formas, dimensiones, techumbres y colores. Con cada ampliación-relámpago que parecía no tener límites (de hecho no los había, el terreno ocupable era inmenso), crecía la valla que rodeaba el conjunto: un cercado de madera de baja altura pintado de blanco o de azul, a tramos.
Las autoridades no intervenían, hacían la vista gorda, y no creo que nadie formulara ninguna denuncia; aquel era un terreno de nadie en la práctica y mientras no se decidieran a urbanizar regía aquello de los franchutes…"laissez faire, laissez passer".

La familia, convertida ya en tribu, era bulliciosa pero pacífica, no se sabía muy bien a qué se dedicaban, por lo que no se podía decir lo de “pobres pero honrados”. En última instancia, fuese cual fuese su forma de ganarse el sustento no era el barrio el lugar de trabajo.
No tenían agua corriente por lo que la higiene parcial y pudorosa la realizaban al aire libre, en una pileta en invierno y con una ducha de fabricación casera (un cubo grande situado en alto y que a través de una manguera servía el agua por gravedad) en verano. Los niños, en esa época estival vestían una camiseta de las llamadas de sport a las que se les habían dado unas puntadas de hilo en su parte inferior para cubrir sus infantiles vergüenzas: quedaba un modelito bastante fresco y práctico pero muy mal visto por las gentes de orden. La electricidad, a juzgar por un disimulado cable que no se sabía muy bien de donde provenía era una contribución no solicitada y, por tanto, gratuita del Estado.

La barraca conservaba su cruz en el frontal del tejado como demostración de que sus moradores eran cristianos viejos y no moriscos. A lo mejor era por eso por lo que no se metían con ellos.


Todo iba bien, hasta que surgió el escándalo: uno de los hijos jóvenes, que había emigrado a Francia volvió en un coche deportivo rojo, descapotable y con un señor bastante mayor que él, calvo y sin ningún miramiento a la hora de mostrar en gestos y vestimenta su condición de lo que entonces daba en llamarse “invertido” y que los del barrio calificaron contundentemente de “maricó” en lengua vernácula.


La verdad es que para nosotros constituía todo un espectáculo verlos deambular detrás de la valla, amarraditos, con unos kimonos de seda floreados y vistosos, haciéndose arrumacos.
Sorprendente era también que la familia del joven novio los hubiera acogido con esa naturalidad, pero pensemos que de esa pecaminosa relación resultaron grandes mejoras en el equipamiento de las casa-poblado y que el coche reluciente, aparcado debajo de la higuera elevaba el estatus muy por encima de la media del castellano vecindario sin un mal seiscientos que aparcar en la puerta.

No sé si fue por aquel incidente o porque empezó a construirse en la zona, el caso es que un día, igual que habíamos visto crecer la barraca y sus anexos, la vimos desaparecer con la misma rapidez.

No volvimos a saber de ellos pero poco después en un edificio a medio construir, se paralizaron las obras y allí se instalaron una gran familia de gitanos… pero esa ya es otra historia.

martes, 3 de febrero de 2009


Los Beatles: Yesterday


Ayer

Todos mis problemas parecían tan lejanos
Ahora parece como si estuvieran aquí para siempre
Oh, creo en el ayer

De repente
No soy ni la mitad del hombre que era antes
Hay una sombra que se cierne sobre mí
Oh, de pronto llegó el ayer


¿Por qué tuvo que irse ella?, no lo sé

No me lo quiso decir
Yo dije algo que no debía
Ahora anhelo el ayer

Ayer
El amor era como un juego fácil
Ahora necesito un lugar donde esconderme
Oh, creo en el ayer

¿Por qué tuvo que irse ella?, no lo sé
No me lo quiso decir
Yo dije algo que no debía
Ahora anhelo el ayer

Ayer
El amor era como un juego fácil
Ahora necesito un lugar donde esconderme
Oh, creo en el ayer



Los hombres parece que somos bastante cortitos a la hora de entender a las mujeres, no sabemos (ellas dicen que no queremos) captar los signos, señales y a veces los semáforos con las tres luces encendidas a la vez, que deberían indicarnos que las cosas en la pareja no van bien, o simplemente no van a ninguna parte.


Pues no, no nos enteramos; luego, después de la ruptura largamente anunciada, nos ponemos a darnos a nosotros mismos unas explicaciones de lo más peregrinas e incongruentes.


Primero nos creemos el ombligo, el epicentro, el núcleo de la célula, hacemos alardes de seguridad, suficiencia y hasta de manifiesta superioridad y después resulta que ya no somos nada, que los fantasmas nos acosan y que las tinieblas nos envuelven.

Es el tiempo de las añoranzas y de la simplificación: ella me dejó por un malentendido, “por algo que dije en un momento determinado o puntual” y que fue distorsionado y exponencialmente agrandado…
Así de simple, repito: él dijo algo, ella se fue no-se- sabe-dónde y por lo visto sin intención de volver con este inútil; ahora él no sabe qué hacer con su vida , está desconcertado, no sabe porqué se ha roto el juguete con lo sólido que parecía, ni encuentra refugio en su dolor.


Yo personalmente le aconsejaría que se fuera a casa de su madre una temporadita, que es lo que se suele hacer en estos casos. La bebida, el intento de suicidio o la búsqueda inmediata de sustituta no suelen dar buen resultado.


Paul McCartney (Lennon aquí puso poco, sólo el nombre según lo pactado), compositor de la archifamosa y multiversionadayesterday”, así entiende la ruptura y así (de mal) lo escribe, convirtiendo esta simpleza de canción en una fuente inagotada e inagotable de sueños, lágrimas, ilusiones y desesperanzas para millones de enamorados.


Los que no sabemos inglés pensábamos que decía cosas más interesantes y elaboradas, sirva esto de disculpa por haberla mitificado tanto; ahora intento no pensar en la letra para concentrarme en la música, y, si quiero seguir auto engañándome me pongo la versión de Ray Charles: un negro ciego debe decir otras cosas más profundas o al menos sentirlas con mayor profundidad. En los vídeos dejo la prueba