lunes, 13 de abril de 2009


Vicky, Cristina, Barcelona


No voy a entrar a analizar la consistencia del argumento, ni a comentar los colorines de las fotografías turísticas, ni las razones en la elección del reparto femenino y su relación con la senilidad, ni el acierto o no de la música como representativa de los lugares de rodaje, ni si siguen existiendo latin lovers por estos pagos...
Tampoco hablaré de la calidad de los diálogos o de las ocurrencias sobre la identidad catalana requerida de un máster; ni siquiera
de la elección desinteresada de las localizaciones, ni de la idoneidad del doblaje, ni …

¿Entonces?





Pues suponga que un día usted dice de su hijo que podría estudiar más o tener ordenada su habitación o cualquier recriminación por el estilo. ¿Significaría que no cree al mismo tiempo que es el más guapo, el más alto y el más listo de todos?


Y si el comentario fuera sobre su madre, o su abuela… ¿dejarían de ser menos maravillosas porque ese día se les hubieran quemado las lentejas?


Pues eso, dijera lo que dijera sobre la vaguería de mi hijo o sobre la incomestibilidad de las lentejas, y si, por un aquel, a esta película le pusiera un cero, no por ello Woody Allen dejaría de seguir estando tan dentro de mi biografía y me habría hecho disfrutar tanto y en tantas de sus geniales obras maestras como para que ahora yo en su senectud le negara el derecho de hacer lo que se le venga en gana.


Callo, pues, me guardo el reproche, me como las lentejas y espero su próxima película. Mientras tanto puedo volver a ver “Manhattan”, “Hannah y sus hermanas”, “Annie Hall”, “Maridos y mujeres”, “Zelig”, “”Balas sobre Broadway”, “Misterioso asesinato en Manhattan”…, (y varios etc.)

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Estoy totalmente de acuerdo, este director era magnifico en sus primeros film, ahora parece que una bruja le ha robado el talento, es lo que hay, cosas de la vida...

Anónimo dijo...

firmado: Laksmi

Ángel Fondo dijo...

Estoy de acuerdo, Woody Allen se ha ganado el derecho a hacer lo que le plazca con la libertad que le otorga su particular genio, y yo, que tampoco quiero entrar demasiado profundamente en sesudos análisis sobre el guión, dirección, fotografía, ect., si me atrevo a decir que me gustó cuando la vi, consiguió mi sonrisa cómplice y hasta diría bobalicona.
Tal vez fue por aquello de que a la madurez eso de jugar con las ideas represoras tendentes a conservar y asegurar lo establecido y enfrentarlas con la mentalidad liberal basada en vivir emociones dejándose arrastrar por la pasión, me desengrasa y refresca.
Me agradó este ya vejete y algo verde Woddy haciendo juegos malabares con tres bellas manzanas y tan solo dos manos para lanzarlas al aire, y me sentó como un granizado de limón (del bueno) en pleno agosto después de jugar una partida al ping pong, por ejemplo.

Un abrazo.