martes, 7 de abril de 2009


Mystic River

En mi comentario sobre Gran Torino elogié la labor de dirección de Clint Eastwood, en esta película y en Byrd.

Me mantengo en ello: Mystic River, un film americano de más de dos horas de duración sin hermosos paisajes (urbanos o rurales), sin muchos tiros (los justos), sin sexo ni grandes pasiones y rodada en un ambiente gris en torno a un río que se presume maloliente, es toda una hazaña de dirección no caer en baches narrativos y mantener la progresión tanto en su faceta de thriller como de drama psicológico.


Tres niños de barrio, compañeros de juegos y pequeñas gamberradas, quedaron marcados por un suceso escabroso que el azar quiso que sólo uno de ellos viviera en primera persona, pero que en la conciencia de los otros dos quedó como algo que les podría haber sucedido a cualquiera de ellos y que está enquistado en sus memorias.

La víctima directa está tan traumatizada y es tan patente su desequilibrio psíquico que le lleva a asesinar a un pederasta como venganza por su propia violación y a hacerse tan sospechoso de otro crimen, el de la hija adolescente de uno de sus dos amigos, quien, en juicio sumarísimo, lo ejecuta y lo arroja al río adelantándose a las investigaciones que está realizando el otro amigo, policía encargado del caso. Una vez descubiertos los verdaderos autores y aun sabedor del crimen de su antiguo compañero de juegos, el policía lo oculta, aprovechando una serie de circunstancias que permiten cerrar al caso impunemente.


El niño violado, maltratado, que logra huir de sus verdugos pero no de sus recurrentes sueños de pánico, es un muerto viviente, alguien incapaz de rehacer su vida, de conseguir una apariencia de normalidad, hecho que queda patente en la desconfianza de su propia mujer, que implícitamente lo denuncia al padre de la niña asesinada.


Hasta aquí la historia de un trauma colectivo bien narrado y bien dosificado en su excavación de las tres personalidades encarnadas por tres grandes actores, que hacen creíbles cada uno de los tres personajes absolutamente diferentes y unidos tan solo por la marca infantil.

Las pegas que le veo están al margen de la dirección y se refieren a los valores que vuelven a repetirse o, mejor dicho a los contravalores que desde mi punto de vista le son tan queridos a Clint Eastwood :

--Su misoginia: las tres mujeres coprotagonistas, o no son “nada” o cuando lo son es para transmitir los ideales de machismo y de perpetuación de las instituciones sagradas del matrimonio y la familia en su concepción de hombre-macho defensor del territorio y mujer reposo del guerrero aunque el guerrero sea un mafioso asesino.


--Su amoralidad: la impunidad del crimen por ocultación es un deber de amistad, al fin y al cabo el “violado” era el más enfermo de la manada, el más tarado, el animal más débil al que dirigiría sus dentelladas cualquier animal depredador a la caza de alimento.


--Su concepto judeocristiano de la venganza, la redención y la doble moral: el asesinado ha asesinado a su vez, se ha vengado pero debe pagar, con ello se redime y está dispuesto al sacrificio de ser castigado por un crimen no cometido. Después ya puede retornar la tranquilidad.

La película se cierra con un desfile con toda la parafernalia de banderas y bandas de música; aquí no ha pasado nada, todo se ha solucionado “felizmente”, cada oveja está con su pareja, y todo ello sin que haga falta que la justicia y la legalidad intervengan: los trapos sucios se lavan en familia y los débiles sucumben porque esa es la ley natural…la de la selva.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Krishnamurti dijo que sólo hay vida y que toda charla sobre personalidades e individualidades no estaba basada en la realidad. No pretendió describir la vida, simplemente dijo que si bien la vida no necesitaba ni podía ser descrita, podía experimentarse totalmente si se eliminaban los obstáculos que impiden dicha experiencia. El mayor impedimento es nuestra idea y nuestra adicción al tiempo, nuestro hábito de esperar un futuro a la luz del pasado. La suma total del pasado se convierte en el yo "yo era", lo esperado para el futuro se convierte en el"yo seré", y la vida en un esfuerzo constante para cruzar desde el "yo era" al "yo seré". Así el momento presente el "ahora" se pierde de vista...
Este comentario viene a cuento de lo que nos ha ofrecido Quercus sobre cine, es peligroso llevar el pasado encima como un pesado fardo, agrandándose y ahogandonos, mejor soltarlo y olvidar, la mente se relaja, y adviene un placentero estado de PAZ.... Lakshmi.