jueves, 30 de abril de 2009



¿Seguimos?

Ayer lloraba la muerte de Javier Ortiz, hoy al visitar su blog me encuentro con la iniciativa de sus amigos que bajo la pregunta “¿seguimos”? nos animan a que no se pierdan sus artículos y comentarios, en forma de libro o como sea. Así pues, siguiendo la sugerencia, recojo dos aportaciones suyas que incitan a seguir luchando por un mundo mejor desde la perspectiva de una derrota no sumisa.


El Diablo sólo está dormido
Lo más hermoso de toda la leyenda de Satán, Lucifer, el Diablo, el Maligno, Luzbel o como quiera llamársele, es su origen: fue -según el tradicional relato de la Iglesia católica- un ángel que se alzó en armas contra Dios.
No concibo rebelión más bella: enfrentarse a alguien que, siendo la perfección absoluta -que San Anselmo me asista-, jamás habría podido salir derrotado, y menos todavía perecer.
No hay rebelión más noble que la que nada espera del combate. El Diablo fue el legítimo predecesor de Prometeo, de Espartaco, de los Federados de la Comuna de París, de los amotinados del Potemkin, de todos cuantos en esta vida -o en el más allá, tanto hace al caso- no se han lanzado a la liza por la ambición de lo conseguible, sino por el radical rechazo, por la repugnancia hacia lo existente. En aquella desigual pelea, Dios jugó con ventaja. Nunca me han gustado los ventajistas.
Afirma el papa Karol Wojtyla que el Diablo ha sido derrotado definitivamente. Me parece que se basa en datos contingentes: Rusia se ha convertido, es verdad -aunque lo cierto es que nunca fue realmente atea-, y el comunismo ha fenecido en medio de espasmos agónicos que vienen a confirmar que en efecto era «intrínsecamente perverso», como decía mi libro de Religión.
Pero la Historia da muchas vueltas. Lentas, si se miran con la lupa del propio presente, pero enormes, si se observan con el catalejo de los siglos.
La observación de los constantes meandros de la Humanidad me hace sospechar -entre otras cosas, porque me gusta sospecharlo- que el espíritu del Diablo, el Maligno, Satán, Luzbel o como quiera llamársele, y el de Prometeo, y el de Espartaco, y el de los Federados de la Comuna, y el de los amotinados del Potemkin, y el de todos cuantos en un momento u otro se han rebelado contra el Poder sin la menor esperanza, pero con toda la rabia, en esta vida o en el más allá -que tanto me da, a estos efectos-, no muere ni puede morir jamás, porque ese espíritu de rebeldía está anclado en lo más recóndito del alma humana. Quizá no en el de todas las almas, si almas hay, pero sí en el de algunas, que seguro que las hay.
Se equivoca Juan Pablo II: Satán no ha muerto. Sólo duerme, como Ulises, el de Itaca, fascinado por el canto de algunas sirenas.
Despertará.

(5 de septiembre de 1999)

La rebelión de Lucifer
Ahora que la jerarquía eclesial vuelve a reclamar el sometimiento general a la voluntad divina, me viene al recuerdo la réplica satánica por excelencia: “¿Cómo que si Dios no existiera habría que inventarlo? ¡Al contrario: si Dios existiera, habría que derrocarlo!”.
Satán, príncipe de los demonios, se alzó en armas contra Dios pese a saber que su guerra era imposible. Dios, infinitamente perfecto, no podía fallar en la batalla. Ni siquiera podía verse afectado por arma alguna.
¿Por qué, sabiéndolo, se rebeló Lucifer contra Él, de todos modos?
Por razones de principio, sin duda.
Siguió el ejemplo de la primavera, que vuelve cada año a la carga, por bien que sepa que tras ella llegará el verano, y luego el otoño, y al final otro nuevo invierno.
Satán nos dio el ejemplo: la cuestión no es vencer –objetivo imposible–, sino no darse por vencido.
La valiente acción de Satán privó a Dios del gozo absoluto de la absoluta sumisión ajena.

(6 de febrero de 2004)

2 comentarios:

Ángel Fondo dijo...

Sin duda Javier Ortiz fue un buen hombre y un magnifico escritor, lamentablemente los homenajes póstumos soportan en sí mismos ese segundo término “póstumo” que implica la ausencia física en ellos del principal protagonista, y con ello todo queda enturbiado por la tristeza.
El texto que elegiste es una extraordinaria prueba de su valía y por comentar algo de él, dejando al margen la simbología asociada al demonio o Satán tomada desde la perspectiva del catolicismo, diría que esa encarnación del mal en un hipotético ente cuya única culpa fue ser consciente de lo tedioso que podía resultar ser siempre un obediente y disciplinado ángel, y consecuentemente tuvo la osadía o el atrevimiento de ir contra la opinión del jefe, que por cierto no resultó tan magnánimo al condenarlo eternamente(un terrible vocablo para referirse a una condena) es una simplificación tendenciosa. El bien y el mal no tienen límites precisos y este mundo no es para nada similar a un película de buenos y malos, todos tenemos ese mestizaje de ángel y demonio por ahí dentro… danzando.

Saludos.

Anónimo dijo...

Dios, angel, demonio...sólo palabras, es como un tablero de ajedrez revuelto , puedes poner las piezas de la forma que quieras, ni siquiera importa quien gane, cada uno ordenamos el mundo a nuestro gusto , y luego nos enfadamos por los resultados, que no corresponden a nuestras espectativas . Lo mejor es hacer lo que toque cada día, y sentarnos tranquilamente a fumar un cigarrillo. La digestión se hace sola, aunque solemos decir "voy a hacer la digestión". Es como el m iedo a morir, ni me enteré cuando nací ni me enteraré cuando me muera, entonces, ¿de qué preocuparnos? .... mi amigo el hinduista, afirma que estamos aqui para ser felices, y creo que tiene razón. El domingo conocí a un gato que tiene tres patas, perdió una en un grave accidente, él es féliz, se ha acostumbrado y hace una vida normal, como tiene todo lo que necesita, y no tiene memoria, disfruta la vida. Mientras lo veía jugar, pensé , que si fuese un humano, estaría traumatizado volviendo a pensamientos sombrios sobre lo que le pasó , afortunadamente, es un animalillo.
Lakshmi.