viernes, 10 de octubre de 2008

















Desde hace unos meses estoy instalado en esa edad eufemísticamente llamada "otoñal".
¿Cómo lo llevo? Mal, gracias.
Desde hace años me añado años a los años que ya tengo, por aquello de irme adaptando. Vano empeño: me ha pillado en bragas y además con estos pelos. Mi hermana, ya jubilada de su tareas docentes está estudiando cual posesa otra licenciatura y luego piensa completar su formación con … “ya veremos, pero nunca dejaré el ámbito universitario”.
Me admira su visión de futuro, yo hace mucho tiempo que no lo tengo (dudo de si lo he tenido alguna vez); para mí, como para los niños cuando se les pide aplazar un deseo, el mañana no existe. Nunca he hecho planes, circunstancia ésta que siempre ha cabreado en extremo a las personas con las que he convivido, por ejemplo cuando se trataba de planificar viajes.
¡ Mira que siempre lo he advertido! Encárgate tú... a mí me montas en el coche y juro ser un buen copiloto, paciente y amable… pero no, cuando se acercaban las vacaciones empezaban los reproches y las acusaciones de pasotismo y apatía, con lo cual desaparecían las ganas que con gran esfuerzo pretendía yo acumular.
Bueno, pues de la anécdota al concepto: me siento incapaz de planificar;mi vida ha sido y es una sucesión de aconteceres que se suceden y me suceden. Lo único que sé hacer, y mi pereza me lo impide generalmente, es ser cronista de lo ya sucedido, de manera que siempre estoy viviendo con retraso. “Tenía los ojos en el cogote de tanto mirar atrás” escribió alguien sobre otro alguien.
Pero ahora me ha entrado la fiebre de que tengo que organizar el resto de mi existencia, mejor dicho que debo vivir como si fuera el último día y heme aquí rompiéndome los cuernos, intentando seleccionar , escoger, descartar, separar el trigo de la paja, etc.
Ardua tarea si se considera, además, el poco tiempo que le dedico a estos menesteres, atareadísimo como estoy en encontrar libros que no me aburran a las cincuenta páginas, ver nuevas películas que no me den la impresión de “ya vistas”... aprender a decir ¡no a la gente que no me aporta nada, dejar de asistir a reuniones pretendidamente interesantes pero llenas de lugares comunes, no soportar parejas troqueladas por los mismos moldes, fotocopias de fotocopias de lo que un día fueron (cuando no decían “nosotros” , sino “yo”)…Y así hasta la nausea. Por eso me he refugiado en mis libros favoritos, en los discos que siguen haciéndome vibrar, en las películas que sigo amando, en unos pocos amigos que responderían activamente a una llamada a las cuatro de la madrugada y me encierro cada vez más en ese micromundo y siento lenta pero inexorablemente que el mundo real me es más “ancho y ajeno”.
¡Usted me dirá qué cesto se puede hacer con estos mimbres!
Desde esta página me gustaría rescatar el sabor antiguo de compartir, de ofrecer y de dar como cuando eramos inocentes y confiados.
Mientras tanto he pensado escribir unas memorias, reflexionadas y , por tanto quizás deformadas pero siempre sinceras, que andan perdidas en archivos, fragmentos dispersos aquí y allá del disco duro, pasarles la herramienta “desfragmentar” y… ¡ ver qué sale!

7 comentarios:

Ángel Fondo dijo...

Pero Quercus, amigo mío, mira que presumir de sesentón y acabar pidiendo una limosnita de ilusión. Me obligas a decirte que yo te encuentro centenario en el saber y al tiempo veinteañero en el pensar, ambas cosas ( y qué conste que esto es un piropo, no te quepa duda), también que la ilusión se lleva en el cerebro como una condecoración de lo impecablemente logrado, y esa la posees como fuente inagotable de esa espíritu del que crees carecer. Menos mal que como buen conocedor de ti mismo, como buen lector de tus propios textos te das perfecta cuenta de que esa inapreciable experiencia y esa interior juventud que aún conservas te permite escribir con la media sonrisa de los que saben que siempre hay una posible rama donde agarrarse cuando parece que vas a caer del árbol.
Un fuerte abrazo, es para mí un honor darte la bienvenida en este mundo bloguero.

monicalvarez dijo...

Hola amigo:
siento lo tuyo como algo marcadamente yoísta.La vida es así,amigo,no podemos pedirle peras al olmo.Sin embargo,con un poco más de benevolencia y visión,encontrarás que no todo es tan superfluo,tan banal,que no todas las personas valen tan poco.Todo depende del tipo de filtro que usas,de la vara con que mides.Espero que sea la misma que utilizas para medirte tú.
Yo no entré con el ánimo de enzalzarte solamente.La mayoría de los blogeros hace ésto.
El pasado no puede ser tu único recurso,el presente también lo es.Del futuro te puedo decir que es en unos minutos más.
A tu edad y a la mía también,realizar pequeños proyectos es bueno.Si no,despidámosnos del mundo y nadie nos echará de menos.
Un saludo desde Chile

Unknown dijo...

Aguardo con interés sus próximas entradas, especialmente si sigue manteniendo este tono sombrío, descreído y exquisitamente depre con el que ha comenzado. nO me defraude y me monte un carnaval.

Saludos.

Anónimo dijo...

hola

Anónimo dijo...

Y yo que pienso que estás en el momento mejor de la vida, a salvo de tantos deslumbramientos engañosos de tantas experiencias frustantes, AHORA, que cuerpo y mente están armonicamente comunicados, delectando el pleno sabor de la existencia, disfrutando de cada esas pequeñas cosas que antes te pasaban desapercibidas. La madurez no es para lo inmaduros. Es néctar de dioses, y solo ellos pueden disfrutarla.

Anónimo dijo...

* del lat. delectus: orden, eleccion, discernimiento.

Anónimo dijo...

El ser humano es tan solo una parte del todo llamado Universo, una parte limitada en el tiempo y el espacio.Se percibe a sí mismo en pensamiento y sentimiento como algo separado del resto -un tipo de ilusión óptica del subconsciente-. Esta ilusión es una clase de prisión para nosotros, nos restringe a decisiones personales y por tanto afecta a los que nos rodean.

Nuestra tarea debería ser librarnos de esta prisión, ampliando nuestro círculo de compasión, para incluir a todas las criaturas vivientes y a toda la belleza de la naturaleza.

Este precioso texto es de A. Einstein, no he podido más que rendirme a transcribirlo. Chicago.