viernes, 18 de junio de 2010


¡Un comunista menos!

La frase, así escrita, resulta ambigua, ambivalente: puede ser pronunciada por quien desea la desaparición de cualquier rastro de una ideología o por quien ve dolorosamente extinguirse a quienes con tanta terquedad la encarnaron hasta el final de sus días.

Saramago ha muerto hoy, cuando yo cumplo 62 años, marcando los muchos o pocos años que me queden con una misma fecha, la del final de una vida fecunda con la de un hombre anónimo que arrastra su sexagenitud con cansancio, con sueño, con pastillas y con una sensación creciente de que “ paren el mundo, que yo me bajo”.

Mañana, quizás ya, las grandes plumas harán su panegírico ilustrado, documentado y sabio. Otros derramarán lágrimas de cocodrilo, ocultarán su condición de comunista y hablarán solo… del gran escritor que se nos ha ido y que deja un vacío irrellenable/irremplazable en la escritura portuguesa e incluso española. Hipócritas.

Saramago era un narrador de historias morales desarrolladas con un lenguaje espeso, barroco, de avance lento. No escribió novelas de fácil lectura, ni por su extensión, ni por su forma de expresarse, ni por su forma anárquica muchas veces de tragarse las normas ortográficas y sintácticas.
¿A quién no le ha resultado pesada La caverna después de adivinar cuál era el mensaje?
A mí sí.
No toda la obra de un escritor se puede acoger bajo el paraguas del premio Nobel.

En estas fragmentadísimas memorias he escrito, creo recordar, dos veces sobre Saramago. La última para expresar el final desesperanzado de su Caín y su burla casi inocente - jocosa a veces- de los textos bíblicos. Ha sido su última novela, aunque supongo que en cajones, carpetas o trasteros aparecerá esa obra que se publicará póstumamente aprovechando el calor del mercado y el frío de su voluntad ya inexistente.

Tengo leído que su mejor obra fue El año de la muerte de Ricardo Reis, yo no lo sé, la que a mí me impresionó fue La balsa de piedra, la primera que cayó en mis manos que no son precisamente las de un lector de novedades. Sentí miedo. Me desasosegaba imaginar a la Península Ibérica desgajándose del continente y navegando a la deriva en la oscuridad de la noche. En los primeros momentos me sentí un europeo expulsado, para pasar después a sentirme solidario con Portugal (tan cercana, tan despreciada) unidos en un viaje sin cadenas hacia América Latina, lejos de la Europa de los mercaderes, lejos de las garras benefactoras de Estados Unidos…en un reencuentro ya no de colonización si no de hermanamiento de pueblos oprimidos.
Recomenzar, reinventar la utopía.

La siguiente que leí fue El Evangelio según Jesucristo, libro irreverente, de escritura más inteligible y llena de ingenio, sátirico y mordaz, que partiendo de un personaje tan familiar en nuestra cultura como Jesús de Nazareth distorsiona la historia -más aún de lo que está- para presentárnoslo humanizado y víctima de un Dios exigente, en disputa teatral con un Demonio casi en plano de igualdad, a sabiendas de que Uno depende del Otro para mantener un equilibrio ficticio de roles bueno/malo, semejante al de los interrogatorios de la policía de cuando entonces. Su fin era el mismo: mostrar su poder y aniquilar conjuntamente al adversario.

Y como el objeto de este escrito no era valorar pormenorizadamente la obra de Saramago, sino mostrar la tristeza por su muerte, por la pérdida de otro referente y por su ejemplo vital, aquí acabo.

¡ Saramago no era un hombre con "inquietudes sociales", era un comunista no sectario!

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Pensaba comentar un enlace que me han enviado de unos videos fantásticos de Max&Julia, !qué manera de bailar!, dan unas ganas tremendas de moverse así, pero si a mí lo que más me gusta en el mundo es bailar,como decía Scarlata O´hara, bailar, bailar es lo que importa.

Aunque Saramago era mayor, da pena su desaparición, quiero decir que era una vida completada. Hablaba con un amigo hace unos días y comentaba que él era troskista, y que un hombre nuevo era posible, yo le decía que eso no sería nunca así, que el hombre todo lo que toca lo estropea, contestó que lo estaba deprimiendo, lo dejé con sus ilusiones y me marché, con el convencimiento de que el mundo avanza en zig- zag, y que puede que estalle antes que ese hombre nuevo sea una realidad, a diferencia suya no me deprime este pensamiento, después de todo, nunca sabremos si este mundo es sueño o realidad.
Lakshmi,

Hosco dijo...

Pues sí, los panegíricos han sido tan cual vaticinabas…Aunque no del todo, L’Osservatore Romano ha preferido la saña, el ectoplasmático Toscani ha hecho gala del conocido “amor” católico hacia los paganos.
Es un lujo que después de muerto esos meapilas con domicilio fiscal insondable te consideren su enemigo.
“Caín” me espera.
Saludos.

Hosco dijo...

En su artículo de opinión sobre el mismo tema aparecido el 22 de Junio de 2010 en “El País”, Paolo Flores D’Arcais expone los argumentos, lo mío es un exabrupto.