domingo, 18 de enero de 2009


Adulterio virtual (o estrategia para mantener vivo un matrimonio muerto)

Supongamos, y no hace falta mucha imaginación, un matrimonio de los de antes, de los que Dios manda, es decir: unión sacramental a perpetuidad entre hombre y mujer. La celebración fue un frío 9 de noviembre.


Los roles también son los característicamente tradicionales: ella, de profesión “sus labores”; él, proveedor, mediante el correspondiente sudor de su frente, del sustento familiar.


Llevan conviviendo un número no especificado de años, pero los suficientes para que haya desaparecido o atenuado al máximo la pasión amorosa, caso de haber existido alguna vez. Considérese que muchas parejas se unen por razones de conveniencia.


No se menciona la existencia de hijos, ni la presencia de suegros.
El marido es un trabajador manual de una edad aproximada a la de su esposa, imaginemos que entre los treinta y los cuarenta años, un personaje adusto y poco cariñoso, sin llegar a maltratador. Ella es una mujer romántica, con "Complejo de Edipo", frustrada pero muy creyente por lo que la separación, y menos aún el adulterio, están fuera de sus proyectos aunque no de su imaginación.

El marido, incapaz de cambiar su comportamiento, pero intuyendo el peligro, elabora una estrategia que, con poco esfuerzo y la ayuda de “Las mil mejores poesías de la Lengua Castellana”, le permita mantener su cómodo estatus.
Esta historia, plasmada en letra de canción quedaría así:

UN RAMITO DE VIOLETAS
Era feliz en su matrimonio Aunque su marido era el mismo demonio
Tenia el hombre un poco de mal genio
Ella se quejaba de que nunca fue tierno

Desde hace ya más de tres años
Recibe cartas de un extraño

Cartas llenas de poesía
Que le han devuelto la alegría

Quien te escribía a ti versos dime niña quien era
Quien te mandaba flores por primavera

Quien cada nueve de noviembre

Como siempre sin tarjeta

Te mandaba un ramito de violetas

A veces sueña ella y se imagina

Como será aquel que a ella tanto la estima

Sera más bien hombre de pelo cano

Sonrisa abierta y ternura en sus manos

Quien será quien sufre en silencio
Quien puede ser su amor secreto

Ella que no sabe nada

Mira a su marido y luego se calla

Quien te escribía a ti versos dime niña quien era

Quien te mandaba flores por primavera

Quien cada nueve de noviembre

Como siempre sin tarjeta

Te mandaba un ramito de violetas

Y cada tarde al volver su esposo

Cansado del trabajo va y la mira de reojo

No dice nada porque lo sabe todo
Ella es así feliz de cualquier modo

Porque el es quien le escribe versos

El es su amante, su amor secreto

Ella que no sabe nada
Mira a su marido y luego se calla

Quien te escribía a ti versos dime niña quien era

Quien te mandaba flores por primavera
Quien cada nueve de noviembre

Como siempre sin tarjeta

Te mandaba un ramito de violetas




Nota: Mi respeto por Cecilia, no se considere esta broma de una mente calenturienta como una ofensa a a su memoria.
Otra nota: Las confusiones que aparecen en el vídeo, mezclando violetas (viola spp.) con violetas africanas (saintpaulia spp.) no tienen importancia, salvo para los taxonomistas.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Se tiene que amar mucho para tomarse las molestias del hombre de nuestra historia, o tal vez, le asaltó la idea de no llegar a casa y encontrar una buena comida esperándole, después de años bien alimentado, y ante esa posiblidad le envió violetas, poemas y lo que fuese necesario, era un tío listo.
Lakshmi.

Anónimo dijo...

Yo ceo que en esta canción al final la que queda mal es la mujer, que no le dice a su marido que tiene un admirador secreto. El único propósito del marido debe ser ver a su mujer algo más ilusionada por la vida, que no por su matrimonio, ya que ni se imagina que las flores se las envia su marido.

¿No habría sido más sencillo para arreglar el matrimonio que él simplemente apareciera en casa con flores para su mujer y le dijera: pasé por delante de una floristería y al verlas pensé en ti! o algo por el estilo?
Aunque en ese caso no habría canción que valga, jajaja.

Unas de las flores que más le gustan a mi madre son las violetas africanas, ya no recuerdo cuantas le debo haber regalado, pero al final todas acaban igual.

Saludos

Quercus dijo...

Gracias por dejar tu comentario. Estoy de acuerdo contigo en que la vía directa de cambiar de actitud, regalar las flores directamente, etc.sería lo adecuado, pero como tu misma dices(¿Alicia?)sin esa empanada mental no habría canción.
Yo también le regalé a mi madre un montón de macetitas con saintpaulias pero ella por exceso de celo (las estaba regando continuamente)se le morían, así que aprovechando que era ya mayor y su vista no era muy buena le regalé una de tela muy bien imitada y, aunque decía que no crecía mucho, estaba tan contenta porque no se mustiaba y siempre tenía flores.

monicalvarez dijo...

Se supone que el camino más rápido para llegar a un punto es la línea recta,directo al point.Sin embargo,los seres humanos usamos intrincados caminos y nos gusta complicarnos la existencia.En Chile existe un cantante,Zalo Reyes que hizo popular el "Ramito de violetas"
http://www.youtube.com/watch?v=fjEKabT0mi0
Otros cantantes como Pablo Milanés ha grabado sus propias versiones.
A mi madre le gustaban las camelias y yo alucino con las buganvilias.
Bueno Quercus,un saludo desde Santiago de Chile con 33ºc.Uf..sofocante.

Ángel Fondo dijo...

El tema se ha convertido en un clásico del melodrama “cancionil”, con los ingredientes precisos y condensados hasta conseguir la justa dosis emotiva, como si de una suave droga se tratara. La historia tiene final feliz y ese sublime amor, siempre presente aunque amortiguado o camuflado por la monotonía, revive con el descubrimiento de la ternura en el gesto. La voz de Cecilia idónea, la melodía sugerente, no es de extrañar el éxito ni la de veces que ha sido versionada.
Yo hubiera preferido otro final, como por ejemplo la aparición de un enamorado becqueriano recitándole versos románticos mientras consuman…su amor, ¿o acaso esa mujer no se hubiera rendido a la seducción del desconocido?
Soy rebelde, si ya lo decía Jeanette.

Salud.

Anónimo dijo...

Ahhh!, acabo de leer el comentario de Vicent, gracias nuevamente :) , ¿te gusta la filosofia?, a mi me chifla, aunque tengo que decir que nunca recibí ninguna instruccion sobre ella, en realidad sobre nada, aunque mi hermano dice, que es mejor así, pq mi cerebro está virgen y yo lo cultivo sin influencias, de esto tengo mis dudas, pero en fin, es lo que hay, hubo un tiempo en el que me podia desmayar si conocia a un intelectual, ahora he volcado mi simpatia hacia la gente que es capaz de adaptarse a la vida sin complicarsela. Vicent, ¿te gusta la filosofia?, a mi lo que más,¿te puedo preguntar algo? ,
¿Que contestas cuando te haces la pregunta? ¿Quien soy yo? ..invito a todos los que lo deseen a contestar, :) Lakshmi.

Anónimo dijo...

Sorry, este último comentario ha salido un poco repetitivo, con mi costumbre de no repasar lo que escribo, -me gusta la espontaneidad- ocurren estas cosas. Lakshmi.

Anónimo dijo...

Disculpe Quercus, Lakshmi no bromea.
Estimada compañera de blog:
A pesar del tiempo transcurrido no creas que he olvidado la tremenda cuestión que planteas en el comentario anterior.
Pocos días más tarde tenía redactada mi respuesta, Quercus es testigo. Pero no me decidía a enviarla porque era demasiado académica. Demasiado artificial.
He elegido otro camino.
Hará unos 2.500 años le hicieron una pregunta enrevesada a Protágoras, el más destacado de los Sofistas. Optó por la evasiva: “el tema es muy complejo y la vida es muy corta” fue su lacónica respuesta.
Mi admiración por el conjunto de la obra del citado pensador es tan grande que me impide reproducir su finta.
Que los buenos científicos me disculpen. La opinión de los malos científicos me la refanfinfla.
Hace decenas de miles de años la especie humana se liberó del determinismo estricto de las leyes de la naturaleza. Fue un camino sin retorno. En esas estamos.
Ese vacio y la subsiguiente perplejidad a la que nos aboca lo debe ocupar algo que nuestra especie se obstina en mancillar: la libertad.
La definición más básica de libertad que conozco la sitúa como la posibilidad de elegir. Las precisiones a ese concepto han ocupado miles, no exagero, miles de páginas en nuestra historia.
Nunca encontrarás una sola línea en la que yo afirme que esa elección será clara, fácil o indolora.
Para concluir, me gustaría incluir dos referencias: una musical y otra cinematográfica.
La musical es de “Los Rodriguez” y dice así: “…Brindo por la victoria, por el empate y por el fracaso”.
La cinematográfica la sitúo en una escena del gimnasio de “Million Dollar Baby”: el más afable de los boxeadores que entrenan en ese momento es un discapacitado que siempre se está cayendo al suelo – ironías de la vida, le apodan “Peligro” -; al contemplar sus constantes caídas, dos de los protagonistas de la película tienen el siguiente diálogo:
PREGUNTA: ¿Por qué se cae tanto?
RESPUESTA: Porque sabe levantarse.
Fin de la escena. Fundido en negro.
Te aseguro que no recuerdo el número de veces que intento levantarme a lo largo del día.
Saludos