Frustraciones papales
No recuerdo ni el nombre ni la numeración que identifican al Santo Pontífice (también llamado Santo Padre o Papa a secas) al que quiero referirme, pero sí recuerdo claramente la cariñosa admonición que les hacía a los fieles católicos particulares, es decir, a aquellos que no tienen dedicación exclusiva al culto y a la adoración divina.
Digo, que el chorreo paternal era por que no encontraba novelas, películas u otras formas de expresión, más allá de los misales o “caminos”, que ensalzaran la vida y milagros de Jesucristo o de sus celestiales progenitores dentro de las prietas filas del catolicismo.
Por el contrario había un buen puñado de cineastas y escritores ateos, agnósticos, comunistas y hasta anarquistas que habían dedicado su talento artístico, su esfuerzo imaginativo y hasta su dinero a tratar el tema religioso desde posturas que para nada propiciaban la fe, la piedad y la oración.
Este Papa, que no era nada tonto, no podía dejar de admirar a Pasolini, a Buñuel, a Saramago y a otros tantos genios, alguno de los cuales hasta se atrevía a figuras retóricas (del tipo paradoja) en las que proclamaba que “era ateo, gracias a dios”.
Viene esto al hilo de que hace unos mese leí un libro de Andrés Aberasturi titulado “Dios y yo” en el que relataba sus relaciones con el Altísimo desde su más tierna infancia y los problemas que le habían creado en la España de su tiempo, que es el mío, el planteamiento de elementales dudas al tutor ensotanado de turno; todo ello contado sin reproches, con humor y hasta con cierta nostalgia.
La conclusión a la que llegaba y que adelantaba ya en los primeros párrafos es que su relación con dios era ninguna. Tan “ninguna” como en el diccionario “Plena vortaro” de esperanto en donde uno busca dios (palabra) y no lo encuentra y eso que en el Libro de los Libros se dice “que en el principio fue el verbo”, pues ni así: ni por verbo, ni por nombre, ni por nada. Estos rojillos de la “Sennacio asociacio” (traducible por asociación anacional) no le dan entrada, bien sea por que no le conceden entidad o porque no saben cómo definirlo, pero el caso es que no saben/no contestan.
Más grave aún es el caso de Pasolini que en su “Evangelio según San Mateo” nos elige a un actor feo, cejijunto y meón para hacer su película en blanco y negro llena de herejías, dibujándonos a un Salvador demasiado cercano, demasiado humano. Para matarlo, oiga.
El caso de Buñuel es de juzgado de guardia por que casi no hay película suya en la que no se mofe de ceremonias sagradas, santas cenas, ridículos ascetas, etc. Claro que el cura de Calanda, su pueblo, decía que cuando acudía allí a lo de aporrear el tambor, mantenía con él largas y amigables charlas sobre teología, en fin, cosas que pasan.
Saramago, don José, va ya por su segundo libro sobre la cuestión: su novela “Caín” es posible que no sea su mejor obra, o incluso que sea una obra menor, pero el cachondeo que se trae con el Antiguo Testamento no lo es.
Para empezar emplea las minúsculas para nombrar a todo personaje bíblico, pero como desconozco lar normas ortográficas del portugués pues allá se apañe su santa traductora con la Academia.
“El Evangelio según Jesucristo” es tan osado como lo fue la “Autobiografía del general Franco” de nuestro añorado Vázquez Montalbán. (Estos dos, que superan las 250 páginas entran dentro del capítulo de excepciones de un post anterior).
Y para acabar añado una modesta película cubana que vi hace unos días y que, con el título de “La Santa Cena”, describía el comportamiento piadoso del cacique colonial que invitaba a su mesa en Jueves Santo a una docena de esclavos, negros por supuesto, para hacerles unas no menos piadosas reflexiones sobre la humildad y el aceptamiento del castigo por parte del capataz de la plantación, ya que “ellos”, creados por Dios con mayor habilidad y menor capacidad de sufrimiento que los blancos para cortar caña, debían estar agradecidos de tener la oportunidad de alcanzar el Cielo con mayores probabilidades.
Por supuesto que la no completa comprensión del mensaje del amo en su papel de Cristo acaba en masacre. Con los esclavos no se puede ser magnánimo, al fin y al cabo hasta se vuelven más cantarines cuanto mayores son sus penalidades.
En fin, que este Papa, como el otro, deberá seguir esperando…
1 comentario:
Angelo Giuseppe Roncalli, “Il Papa Buono”, no cuenta.
¿Frustraciones?
Una discrepancia leve: la parte contratante física, jurídica o institucional de César se encuentra en un calamitoso período de deflación severa debido a los ecuménicos tejemanejes de la otra parte contratante. Agustín de Hipona, su ciudad y sus epígonos insaciables gozan de una envidiable salud, de una encomiable opulencia a prueba de niños –supongo que inocentes- muertos en la más absoluta miseria y de una resplendente intolerancia sustentada en el vigor de la cuantía de sus fondos fiduciarios.
Fin de la discrepancia leve.
Me ha parecido un post excelente, y también necesario. Como citas algunos ejemplos ilustres que se han opuesto, o se oponen, al rampante expansionismo confesional que nos invade, quiero añadir cuatro más:
CUM ANIMUS MOLESTANDI.
Dos películas: la primera, basada en hechos reales, la segunda, inspirada en hechos que se acercaron a la realidad.
Dos libros: basados e inspirados en hechos y conceptos “ectoplasmáticos (Onfray dixit) reales”.
-“Las Hermanas de la Magdalena”, guión y dirección de Peter Mullan. Inglaterra-Irlanda. Año de estreno: 2002. Año de estreno en España: 2003.
- “Amen”, guión y dirección de Costa-Gavras. Francia. Año de estreno: 2002. Año de estreno en España: 2003.
-“Tratado de ateología”, Michael Onfray, profesor de Filosofía y fundador de la Universidad Popular – y gratuita- en Francia, Anagrama, 2006.
“La puta de Babilonia”, Fernando Vallejo, escritor colombiano de nacimiento y mejicano por elección, Alfaguara, 2007.
Saludos.
Pd,
Cuanto más me ex comulga Martínez Camino, más quiero a mi hiena.
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